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Refuta resultados de encuestas

Pese a indicios de recesión, Trump insiste: la economía va increíble

Retoma sus ataques contra congresistas demócratas, un ex colaborador y las fake news

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▲ El presidente Donald Trump evalúa medidas para estimular la economía estadunidense, que incluyen una reducción de impuestos. La imagen, ayer en la Casa Blanca.Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de agosto de 2019, p. 27

Nueva York. Donald Trump rechazó que la economía esté frágil bajo su mando, denunció como maniobra sospechosa que encuestas registran que está perdiendo ante contrincantes demócratas, arremetió contra un ex colaborador y cuestionó las lágrimas de una representante federal; todo esto parte de repudiar y atacar cualquier noticia negativa, toda crítica y todo opositor.

No es nada nuevo: el presidente ha negado que haya perdido el voto popular en su elección (por unos 3 millones de votos), niega que exista el cambio climático, niega ser racista y niega las versiones de más de 20 mujeres que lo han acusado de hostigamiento o abuso sexual.

Pero el talón de Aquiles de su régimen es la condición de la economía. Mientras los indicadores eran positivos, Trump festejaba que era el mejor desempeño de la economía en la historia con el mejor presidente, y hace un par de días insistió en que nuestra economía es la mejor en el mundo, por mucho. Pero ahora esa narrativa está en riesgo, con indicadores y analistas que registran una desaceleración y la creciente posibilidad de una recesión este año o el próximo.

Más aún, se ha señalado por economistas empresariales y analistas en Wall Street que las políticas de tarifas y el manejo errático del mensaje presidencial sobre asuntos económicos están nutriendo la posibilidad de una recesión junto con la volatilidad en los mercados financieros.

Trump atacó a los medios, a la oposición política y al jefe de la Reserva Federal (a quien él mismo instaló) por las noticias económicas negativas que, insiste, son sospechosas: “Nuestra economía está muy fuerte, a pesar de la horrenda falta de visión de Jay Powell y la Fed, pero los demócratas están intentando que ‘por su voluntad’ la economía sea mala, con propósitos electorales para 2020. ¡Muy egoístas!”, tuiteó. Poco después, ante reporteros, insistió en que la economía está increíble.

Pero ayer, Trump y su Casa Blanca confesaron que están evaluando una serie de medidas para estimular la economía, que incluye reducir algunos impuestos y presionar a la Reserva Federal a bajar las tasas de interés. Todo esto provocó una respuesta obvia entre analistas: ¿por qué se necesitarían estas medidas si todo está tan bien?

Todos son enemigos

Trump continuó con su guerra interna contra sus críticos, acusando de nuevo de violenta y fuera de control a la diputada federal Rashida Tlaib, una de las cuatro representantes novatas y críticas feroces de sus políticas que el mandatario ha atacado durante semanas. El lunes tuiteó que no cree que las lágrimas de la diputada federal sean genuinas, cuando ésta habló de tener que cancelar su visita a Palestina, donde se encuentra su abuela de 90 años. Después de presionar exitosamente al gobierno de Israel para que negara el permiso de ingreso al país a Tlaib y a la diputada Ilhan Omar, Trump declaró ayer: he observado su violencia, su locura, y lo más importante, sus palabras por demasiado tiempo. ¿Ahora lágrimas? Ella odia a Israel y a todo judío. Es una antisemita. Ella y sus tres amigas son la nueva cara del Partido Demócrata.

Pero sin darse cuenta, Trump utilizó ayer retórica antisemita al continuar su ataque contra Tlaib en la Casa Blanca: “pienso que cualquier gente judía que vota por un demócrata… demuestra o una carencia total de conocimiento o una gran deslealtad”. La mayoría de los judíos vota por el Partido Demócrata en este país.

En tanto, dentro de su propio Partido Republicano se manifestó más incomodidad y hasta disidencia frente a Trump.

En una carta de renuncia de la junta directiva de un grupo conservador gay dentro del Partido Republicano, conocido como los Log Cabin Republicans, Jennifer Horn, ex presidenta del Partido Republicano de Nueva Hampshire, denunció la decisión de esa agrupación de respaldar la relección de Trump. Condenó al presidente por los constantes asaltos verbales contra mujeres, inmigrantes, miembros electos del Congreso, miembros del partido que no están de acuerdo con él en políticas o principios y su disponibilidad de generar enojo e inquietud racial para avanzar sus propias ambiciones políticas.

A la vez, como ha hecho contra otros de sus ex aliados o empleados que se atreven a criticarlo, Trump continuó su disputa pública contra Anthony Scaramucci, quien brevemente fue su director de comunicaciones en la Casa Blanca. Esta mañana tuiteó que se trataba sólo de otro ex empleado insatisfecho quien fue despedido por incompetencia grave, el insulto más reciente después de que Scaramucci declaró públicamente hace unos días que ya no podría apoyar al gobernante, y anunció que estaba organizando una coalición dentro del partido para frenarlo en la eleccion de 2020.

No faltó el ejercicio casi diario de descalificar a los medios, y esta mañana de nuevo, al considerar que no se reportó bien sobre el tamaño de uno de sus mítines políticos, repitió: los medios falsos y corruptos son tan malos para nuestro país. El Enemigo del Pueblo.

El domingo criticó incluso a su medio favorito, Fox News, cuando ese día publicó una encuesta demostrando que perdería la elección si fuera hoy contra cualquiera de los cuatro principales candidatos demócratas. “Hay algo ocurriendo en Fox… y no estoy contento con ello”, comentó.

Y para acabar, como otros de su tipo, Trump reveló su paranoia casi shakesperiana al comentar ante periodistas en la Casa Blanca, mientras atacaba a varios críticos: No se puede confiar en nadie.