Opinión
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Paradojas de la migración
C

on motivo del aniversario 75 de la publicación de la novela de John Steinbeck Las viñas de la ira, el Centro Nacional que lleva su nombre invitó a un grupo de artistas a reconstruir el viaje que miles de migrantes realizaron en los años 30 huyendo de las horrendas condiciones provocadas por la sequía en el estado de Oklahoma. El dramaturgo Octavio Solís, quien formó parte de ese grupo de artistas, escribió una pieza teatral basada en la novela de Steinbeck, así como en la experiencia en la reconstrucción de la travesía que hace ocho décadas hicieron los okies (sobrenombre dado a quienes salieron de Oklahoma) por la ruta 66, como se le conoce a la carretera que conecta el oeste de Estados Unidos.

En forma dramática, y en ocasiones con humor, Solís describe en su obra teatral Mother Road la complejidad cultural y social que deriva del encuentro de quienes migraron de otras regiones de Estados Unidos y de México con quienes vivían en California. El rechazo, la aceptación y asimilación paulatina de los recién llegados a un sitio al que son ajenos, son elementos que se funden en lo que el autor parece definir como la inevitabilidad del reconocimiento mutuo entre quienes tienen un origen común, y por tanto forman parte de una hermandad. Sincretismo y universalidad para Solís son consecuentes.

La paradoja se revela dramática para quienes emigran a otra tierra en la que son rechazados por quienes los ven como los intrusos que les arrebatan los empleos. Años más tarde son discriminados por la deslealtad que representa haber abandonado la tierra donde nacieron. Es un proceso que se repite una y otra vez, no del todo ajeno a millones de seres en todo el mundo.

Solís no habla de recuperar las tierras que pertenecieron a los mexicanos, sino de legitimar el derecho de pertenencia al país en el que las nuevas generaciones crecieron, en este caso Estados Unidos. Su justo reclamo es ser parte de la nación, al margen de que el racismo de algunos se niegue a admitirlo. Pero también llama a entender y superar el conflicto de identidad que se produce cuando las raíces provienen de otra cultura, no obstante haber nacido, vivido y educado en Estados Unidos. Tiene que ver con la dicotomía de sentirse parte de dos mundos que se excluyen en un pasado de conquista, injusticia y depredación, pero que irremisiblemente están ligados por su cercanía geográfica, la interacción social y económica o, lo que es aún más contundente, por el mestizaje.

La llegada de los okies y de los trabajadores agrícolas mexicanos en la búsqueda de mejores condiciones para sobrevivir también han sido motivo de otras obras de Steinbeck, como Al este del paraíso y Tortilla Flat. En ellas describe el choque de dos culturas que se enfrentan y luchan por sobrevivir en condiciones adversas.

La paradoja migratoria que Solís describe con singular dramatismo en su pieza teatral, no es exclusiva del fenómeno que en los años 30 del siglo pasado ocurrió a consecuencia de un fenómeno que se pudiera identificar como circularidad migratoria. Sucedió entre Oklahoma y California, pero también entre México y California, y Texas y buena parte de Estados Unidos. Es un fenómeno que por diferentes causas ocurre dentro y fuera de todas las naciones.

Pero, mientras la causa sea pobreza, desigualdad, injusticia y violencia, la paradoja siempre tendrá una cuota de incertidumbre, y también de crueldad.