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Hablan las organizaciones mayas
Mérida, Yucatán a 19 de junio de 2019 A las comunidades mayas y campesinas de la Península de Yucatán A los pueblos de México y del mundo Oleadas de promesas de cambio fluyen en los caminos de nuestros pueblos, en nuestras asambleas y nuestras familias; historias que hablan de un futuro luminoso, de la llegada del desarrollo y los beneficios para nuestras comunidades con el Tren “Maya”. La tierra de los pueblos mayas en la Península de Yucatán está siendo, más que nunca, ofrecida y subastada al mejor postor, aquel quien engaña a nuestra gente, y viola y desmiembra nuestros territorios con el afán de crecer sus capitales. La agroindustria, el turismo masivo, los megaproyectos solares y eólicos, y los desarrollos inmobiliarios crecen de manera descomunal, recrudeciéndose el despojo y devorando insaciablemente la vida, nuestra vida. De esta manera, se conduce por manos ajenas el proyecto de “reordenamiento integral” de nuestra madre tierra, que busca cambiarle el rostro a la Península de Yucatán y a sus habitantes mayas, aún poseedores legítimos y legales de la tierra que nos fue reconocida gracias a la lucha de nuestros antepasados. Ante estos hechos que se cruzan frente a nuestros ojos, es fundamental que valoremos lo que tenemos, lo que somos, lo que hemos construido y hemos cuidado. Que valoremos y rescatemos aquello que nos sigue identificando como pueblo maya y que permite el florecimiento de nuestra cultura; eso que existe gracias a los saberes de las abuelas y los abuelos, a una lengua bondadosa y desafiante, y a la tenacidad y rebeldía de hombres y mujeres que han permitido el mantenimiento de una cultura en torno a la milpa maya, espacio generador y unificador de nuestro pensamiento y nuestra sabiduría, alimento y reproducción de la vida; referente universal de la convivencia con la tierra y fuente de la nutrición familiar. Aún tenemos vastas extensiones de selva, cuna y nido del agua donde los animales beben y las semillas germinan, tributo al gran acuífero y a sus aguadas y cenotes. Aún tenemos nuestras abejas y nuestras mieles, néctar sagrado ofrecido a los mortales de todo el mundo. Tenemos nuestros saberes milenarios sobre las plantas que curan y las maderas para hacer nuestras casas. Tenemos nuestros platillos culinarios para compartir la comida, la palabra y el trabajo. Tenemos nuestros rituales y ceremonias que pactan cada día nuestra vida con la madre tierra y nuestra convivencia con los animales de la selva. Tenemos formas propias de organizarnos, de comunicarnos, de cuidarnos y de pensarnos en colectivo. Tenemos un tejido social que sigue resistiendo el despojo y la embaída. Tenemos sitios sagrados que son marca indeleble de nuestro origen. Tenemos nuestra música y nuestros bailes, nuestros tejidos antiguos y una vestimenta digna. Aún tenemos las formas de ver la vida que nos conectan con el sueño de florecer autónomos, ejerciendo nuestro derecho de libre determinación. Tenemos cientos de miles de niños y niñas mayas queriendo crecer en libertad y con justicia. Y seguiremos teniendo todo esto. Si logramos beber de esa fuente llamada memoria, de estos lazos llamados identidad, nos reconoceremos como parte de esa fuerza ancestral. Será más necesario que nunca fortalecer y mantener la lucha por la defensa de lo que es nuestro: nuestro territorio y nuestra cultura. Recordémoslo porque no estamos dispuestos a perderlos, no son monedas de cambio. Queremos construir desde adentro para delinear formas que inviten a la vida, queremos vivir con la mirada y la voz en alto, erigiendo y construyendo relaciones igualitarias entre hombres y mujeres, donde la salud, la alimentación y la educación estén íntimamente ligadas a la tierra y a la milpa. Queremos mejorar nuestras formas de vida y convivencia como pueblo, fortaleciendo valores que destaquen y engrandezcan nuestros conocimientos y saberes, y confiando en nuestra propia capacidad de diálogo y consenso, queremos definir el rumbo de nuestra vida y el sentido de hacia donde caminar. Queremos seguir produciendo la milpa maya y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de los monocultivos que envenenan nuestra tierra. Queremos generar y distribuir nuestra propia energía eléctrica y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de los megaproyectos privados de energías que nos despojan de nuestro territorio. Queremos criar nuestros propios animales y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de las mega-granjas de cerdos que contaminan nuestra agua. Queremos mantener y enriquecer nuestra cultura y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN del proyecto colonizador de un tren que nos desplaza y nos aplasta. Queremos fortalecer la convivencia y la amistad con todos los pueblos del mundo, y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN del modelo de turismo depredador que banaliza y mercantiliza nuestra dignidad indígena. Queremos seguridad para nuestros pueblos y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de las fuerzas oficiales del Estado y otras fuerzas delictivas en nuestros territorios. Queremos conservar la unidad hacia el interior de las comunidades, ejercer plenamente nuestra autonomía y libre determinación, y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de la intervención externa que divide y lastima el tejido comunitario. La tierra es comunitaria, ni la vendemos ni la rentamos. No a la división que generan en nuestros pueblos los partidos políticos y las religiones. Sí a la cultura y a la lengua maya. Sí a la defensa de nuestro derecho a la libre determinación. Firman el pronunciamiento
Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal
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