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¡Hijo de la chingada!, gritó la madre de la víctima al fiscal que se burlaba de su caso
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de agosto de 2019, p. 14

¡Hijo de la chingada!, fueron palabras de ira que María Eugenia Padilla atinó a decir a un funcionario de la procuraduría de Veracruz al darse cuenta que sólo le daba falsas esperanzas para hallar a su hijo Christian.

Día a día, el octavo fiscal Marco Antonio González Báez le decía: No se preocupe, mañana le entregó a su hijo. Ella confió en la autoridad, pero a casi nueve años de la desaparición forzada, sigue buscándolo.

Ha sido maltratada, humillada, revictimizada tanto por autoridades estatales como federales. Ayer, supo de la resolución en su favor del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en el que responsabiliza al Estado mexicano de la desaparición forzada de Christian Téllez Padilla, registrada en octubre de 2010;.

Para la mujer, el dictamen del organismo internacional es un alivio en su largo camino por justicia. Espero que el gobierno cumpla y me dé certezas: lo más duro ha sido la incertidumbre.

El 20 de octubre de 2010, Christian, de 30 años y estudiante de ingeniería industrial en la Universidad del Golfo de México, fue detenido por elementos de la Policía Intermunicipal de Veracruz (era el sexenio de Fidel Herrera). A la fecha se desconoce su paradero.

Su compañera de escuela presenció los hechos y, junto a familiares del joven, presentaron las denuncias correspondientes. Se identificó a tres policías, pero la participación de los agentes fue descartada por sus supervisores jerárquicos, que posteriormente fueron arrestados por supuestos vínculos con Los Zetas. Las autoridades ministeriales de Poza Rica se negaron a aceptar la denuncia de inmediato.

Repetidas negligencias

Cuando se inició la indagatoria, María Eugenia tuvo que rogar para que se realizara un peritaje al auto de Christian, que días antes la propia familia había encontrado. El perito se negó a hacer las pruebas dactilares argumentando que había demasiado polvo, cuenta la mujer en entrevista con La Jornada.

Contiene las lágrimas para reconstruir el rompecabezas. Al no tener resultados, acudió a la capital del estado, Xalapa, donde los más altos mandos judicales ordenaron revisar las cámaras cercanas al lugar de los hechos y realizar un mapa de seguimiento. Lo que jamás cumplieron y el caso acumulaba negligencias y demora. Día y noche, junto a familiares, se apersonaba en la procuraduría a la espera de respuestas. González Báez prometía que Christian aparecería. “Una tarde el fiscal nos mandó a comer. Estábamos contentos, hicimos planes: llevarlo al médico, comprarle ropa y nunca regresar a Veracruz. Hasta nos reímos. Cuando regresamos, el funcionario me dio una palmada en la espalda y me dijo: ‘No se preocupe, al rato le entrego a su hijo’”. En ese momento María Eugenia lo supo: estaban jugando con ella. La ira se apoderó de ella, estalló y desde el fondo de su corazón, asegura, la única frase que pudo expresar fue: ¡Hijo de la chingada!

No se detuvo. Fue a la desaparecida Procuraduría General de la República. En la Subprocuraduría Especializada en Investigación en Delincuencia Organizada el trato no fue distinto.

Criminalizaron a su hijo y juzgaron a su pareja con hipótesis sin fundamento sobre si estaba involucrado con los cárteles, que si su compañera lo engañó y podía ser un crimen pasional.

La mujer lo soportó todo con tal de que le dieran respuestas. Nunca llegaron, por eso acudió a la ONU. Sus otros dos hijos han reclamado su ausencia. Toda su fuerza y voluntad los ha empeñado en encontrar a Christian. No se arrepiente pero sí se siente culpable por descuidarlos. Estoy muy mal. La cabeza me dice que lo más probable es que ya no esté con nosotros, pero el corazón a veces engaña y me dice que seguro anda por ahí, que pronto lo encontraré, expresó.