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¿Combate a la pobreza? // Más mexicanos vulnerables

E

l supuesto combate a la pobreza, que desde 1988 puso en marcha el gobierno federal (política social intensa, de amplia gama y el uso de miles y miles de millones de pesos del erario), fracasó rotundamente, porque tres décadas después México se mantiene como uno de los países más desiguales del mundo y el número de depauperados alcanza proporciones ignominiosas.

En diciembre de 1988 Carlos Salinas de Gortari, entonces inquilino de Los Pinos, presentó en sociedad su Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), el cual, según él, sería el balance moral de la modernización, y el resultado ha sido espeluznantemente inmoral (corruptelas incluidas), con todo y que –con distinto nombre– ese esfuerzo continuó a lo largo de los siguientes cuatro sexenios (Progresa, con Zedillo; Oportunidades, con Fox, Calderón y un tramo de Peña Nieto, y Prospera a partir de 2014).

A lo largo de esas tres décadas se modificó la metodología para medir la pobreza en el país, pero en números concretos de 1988 a 2018 el número de mexicanos en tal condición no dejó de crecer, tanto como alrededor de 20 millones de personas (de alrededor de 38 millones en el primero de los años citados a 61 millones en el segundo), cuya única oportunidad en la vida ha sido tener abuelos, padres, hermanos, hijos y nietos pobres. He ahí el balance moral de la modernización.

Ayer, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) divulgó su informe Diez años de medición de la pobreza en México, avances y retos en política social (2008-2018), y lo primero que destaca es que en ese periodo el número de mexicanos con ingreso inferior a la línea de pobreza aumentó de 54 millones 700 mil a 61 millones 100 mil, quienes no tienen con qué adquirir las canastas alimentaria y no alimentaria.

De acuerdo con el Coneval, en 1992 el número de mexicanos pobres por ingreso fue de 46 millones; 26 años después se incrementó a más de 61 millones, aumento cercano a 33 por ciento en el periodo a lo largo del cual –oficialmente– el presupuesto destinado al citado combate no dejó de crecer, aunque todo indica que esos dineros nunca llegaron a la población-objetivo, cuando menos no en la proporción presumida (ahí les hablan Rosario Robles y cómplices). Ello, sin olvidar que la propia institución advierte que a estas alturas sólo 27 de cada 100 mexicanos no son pobres ni socialmente vulnerables.

Al cierre de 2018, oficialmente, el número de mexicanos en pobreza fue de 52 millones 400 mil, pero el dato más puntual sobre tal condición es el relativo al ingreso y, en ese sentido, más de 61 millones se encuentran en tal delicada condición. Por mucho que pretenda maquillarse la pobreza, es claro que sin ingreso no existe posibilidad de salir de ella.

La numeralia del hambre del Coneval subraya: 71.7 millones de mexicanos carecen de acceso a la seguridad social; el ingreso familiar no solamente es insuficiente, sino que muestra una elevada concentración (la diferencia es de 18 tantos entre el decil más pobre y el más rico); entre 2010 y 2015 aumentó el porcentaje de personas en pobreza en mil 64 municipios, en tanto que en mil 185 de ellos creció el número de personas en situación de pobreza; ésta es más aguda en el sureste del país y entre la población de los pueblos indígenas, adultos mayores, población condiscapacidad, y niños, niñas y adolescentes; la población sin acceso a la alimentación pasó de 24 millones 300 mil en 2008 a 25 millones 500 mil en 2018.

Entonces, si se sumara el presupuesto que a lo largo de tres décadas oficialmente el gobierno federal destinó (de Salinas a EPN) al combate a la pobreza, México habría superado, o estaría muy cerca de ello, este gravísimo problema social. Pero lo cierto es que día tras día empeora.

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