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Economía moral

México, país de pobres (77 por ciento) y altísima desigualdad (Gini: 0.5888) // Cálculos de Araceli Damián en su artículo en El Trimestre Económico

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raceli Damián (AD), según vimos en el párrafo final de la entrega del 12 de julio y en el cuadro ahí incluido, en su artículo sobre pobreza y desigualdad publicado en El Trimestre Económico, muestra la enorme subestimación de la pobreza por parte del Coneval (http://www.eltrimestreeconomico. com.mx/index.php/te/article/view/ 920/1061). Mientras los cálculos que ella presenta con base en el MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza), ajustando los ingresos de los hogares a cuentas nacionales (CN), arrojan en 2016 que poco más de tres cuartas partes de la población nacional vive en la pobreza (76.7 por ciento), la metodología del Coneval (ajustando los ingresos también a CN para hacerlos comparables), estima que son sólo 30.1 por ciento. Su artículo hace un exhaustivo recuento de la evolución de la pobreza en México desde 1968. Luego aborda la situación real de la pobreza con el MMIP y ajuste a CN en 2012, 2014 y 2016. La disponibilidad de cálculos de pobreza con el MMIP, con ajuste a CN, que hice para 1984, 1989, 1992 y 1998, le permitió a AD compararlos con sus nuevos cálculos y concluir que:

“Las series ajustadas a CN [que AD presenta en la gráfica 2 junto con otras series] muestran que, en 2014 y 2016, la indigencia se ubicaba a un nivel (23.6 y 23 por ciento) ligeramente menor al observado en 1984 (24.9 por ciento) lo cual puede deberse, en parte, al crecimiento muy rápido de las remesas familiares, a los programas de transferencias monetarias focalizadas y condicionadas a los pobres extremos (Progresa-Oportunidades-Prospera), a las transferencias monetarias para adultos mayores, y al programa de cobertura parcial en salud (Seguro Popular)… [Pero] sólo se logró revertir los impactos más negativos provocados por las crisis de los 80 y 90: en 2016 la pobreza total fue más elevada que en 1984 (76.6 frente a 68.8 por ciento), lo que sugiere una disminución de la clase media, que equivale a una baja en la proporción de la población que gozaba de ciudadanía social plena. Podemos concluir que el modelo económico y social aplicado por ya casi 40 años, desde 1983, debe ser replanteado. En materia social, porque los programas predominantes, incluyendo los puestos en marcha por el Gobierno que tomó posesión el primero de diciembre de 2018, sólo ofrecen acceso parcial a los derechos económicos, sociales y culturales.” (pp. 646-647).

Aún más: al analizar la gráfica 1 de AD, que presenta la evolución de la pobreza por ingresos con 3 series de 1968 a 2000, en dos de las cuales, la de Cepal y la de Hernández-Laos-Boltvinik (HLB) el ingreso se ajustó a CN, se aprecia que la pobreza por ingresos en 1984 fue más alta en ambas series que la de 1977 (42.5 por ciento vs. 39.5 por ciento en Cepal, y 58.5 por ciento vs. 58.0 por ciento en HLB). Es decir, podemos concluir (con un alto grado de certidumbre) que la proporción de población pobre en 2016 es mayor que la de casi 40 años atrás (en 1977) y que el número de personas pobres ha crecido enormemente.

La autora analiza en detalle la estratificación social en 2016, la desigualdad del ingreso (con y sin ajuste a CN), y la desigualdad territorial con diversos indicadores de pobreza por entidad federativa. Los dos primeros resultados los presento en dos cuadros. La estratificación social con el MMIP (cuadro 1) muestra una estructura social muy diferente a la que el Coneval ha querido que creamos que prevalece en México: más de tres cuartas partes de la población vive en la pobreza integrada (76.7 por ciento); 74.4 por ciento por NBI (necesidades básicas insatisfechas) y 71.4 por ciento por el indicador compuesto de ingreso y tiempo. Por tanto, 23.3, 25.6 y 28.6 por ciento son no pobres. El cuadro permite observar la siguiente pirámide social simplificada al tomar sólo los estratos del MMIP: pobreza extrema, pobreza moderada y no pobres: 45-32-23. El equivalente en el Coneval es 8-36-56 (como lo muestra AD en su cuadro 7). Dos estructuras sociales muy diferentes: la calculada por AD es una pirámide, la del Coneval es una pirámide invertida. En el cuadro 2 presento, de manera simplificada, los dos indicadores de desigualdad del ingreso que elaboró AD. Ambos presentados en dos versiones: con y sin ajuste del ingreso a cuentas nacionales (CN). El primero, el coeficiente de Gini (G) (que varía entre 0, sin desigualdad y 1, desigualdad total) lo midió para el país y para la CDMX. Como se aprecia, las mediciones usuales de G (sin ajuste a CN) subestiman la desigualdad a nivel nacional (0.463 vs. 0.588 ajustado a CN) y en la CDMX (0.439 vs. 0.542 con ajuste). Algo similar ocurre con las participaciones de los quintiles (grupos de 20 por ciento de la población ordenados de menor a mayor ingreso): sin ajuste se subestima la participación del quintil más rico, el V (51.8 por ciento vs. 63.2 por ciento con ajuste) y se sobrestima la de los demás quintiles. En el caso del quintil I (4.8 por ciento vs. 4.3 por ciento con ajuste).

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