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Los esperanzados
L

a semana pasada me referí en este espacio a los esperanzados, desde el punto de vista de su percepción y su participación política en el alud de votos el 1º de julio de 2018. Los hartos (los siempre excluidos) pasaron de esa condición, a la de esperanzados. Este segmento social mantendrá su expectativa y su apoyo al gobierno de AMLO si éste va dando gradual satisfacción a sus necesidades más sentidas, y si se les explica por qué las cosas no marchan con la celeridad que sería deseable. Me refiero ahora a una parte de ese segmento, desde la necesidad y la carencia, revisando comparativamente los salarios.

En América Latina (AL), para el 1º de julio de 2019, el salario mínimo mensual (smm) va de 70 dólares (dls) para Haití, a 534 dls correspondientes a Costa Rica (excluyo a Cuba y Venezuela, triturados por el imperio estadunidense). En la parte inferior de la tabla del smm están Haití, Nicaragua y México, con salarios de 70, 127 y 164 dls, respectivamente. México, el segundo país mayor por el tamaño absoluto de su economía en América Latina, es el tercer lugar peor en smm.

En la zona media de la tabla están Bolivia (307 dls), Paraguay (354) y Honduras (386). El smm mexicano representa 47 por ciento del promedio de esos tres países mucho más pobres que México.En contraste, el PIB per cápita promedio de esos tres países (paridad de poder adquisitivo) es apenas 39 por ciento del correspondiente a México.

En la zona alta de la tabla están Uruguay, Chile y Costa Rica, con smm de 426, 443 y 534 dls, respectivamente. El smm de México equivale a 30.7 por ciento del de Costa Rica. La mayor economía de esos tres países es Chile, con un PIB (paridad de poder adquisitivo) equivalente a 19.1 por ciento del PIB mexicano. México es la economía número 11 del mundo, mientras Uruguay, Chile y Costa Rica ocupan los lugares 92, 42 y 89, respectivamente. El nivel de los salarios de México no puede ser peor.

Las diferencias metodológicas entre los países de AL, en el cálculo del smm, no explican, desde luego, el fondo del abismo en que se halla el smm de México. Un abismo que deja ver, a las claras, la explotación extrema en que se hallan los trabajadores asalariados mexicanos. En México, en 2015, el salario mínimo equivalía a 30 por ciento del promedio de los salarios reales del sector privado. Sin duda, se trata de otro dato que muestra el exiguo nivel de los salarios.

Desde otra perspectiva, de acuerdo con la OIT el índice de los salarios reales, por mes y por hora, según subregiones, evolucionaron de este modo: para AL en conjunto el índice pasó de 120 a 125 entre 2005 y 2015; la región Cono Sur de 140 a 147; países andinos, de 121 a 128, y Centroamérica y México, de 104 a 105; es claro que en esta última región el peso determinante proviene de México, y es, por eso mismo, la región con índices sustancialmente más bajos que las dos primeras y su aumento en los 10 años indicados ha sido irrisorio: 0.9 por ciento.

Por lo que hace a la participación del ingreso laboral en el PIB, se observa: para el promedio de América Latina, el indicador es de 48.4 por ciento en 2004; de 50.4 en 2009 y de 50.5 en 2017; en fuerte contraste con México, donde los indicadores, para los mismos años, son de 38.5, de 37.2 y de 34.6 por ciento, respectivamente. La enorme desigualdad entre el salario y las demás formas de ingreso (las formas de ingreso del capital principalmente) es extrema y aumentó durante los 13 años señalados. Esa tendencia ocurre mientras México es el país del mundo donde más horas se trabaja. Las horas laboradas por trabajador en promedio, durante 2017-18, fue como sigue: México 2 mil 258 horas al año; Estados Unidos, mil 780; promedio de la OCDE, mil 746; Francia, mil 526; Alemania, mil 356. Cada trabajador mexicano labora casi 30 por ciento más tiempo al año que el promedio de la OCDE, y 66.5 por ciento más que el promedio de Alemania; con una diferencia sideral en el nivel de los salarios. Esta es otra aterradora forma de ver la superexplotación de los esperanzados mexicanos.

La superación del bárbaro régimen neoliberal que México ha padecido conlleva el cierre de la brecha de las desigualdades de ingreso, y la alteración de la estructura productiva mediante el crecimiento más acelerado de las ramas productoras de bienes salario con respecto a las ramas productoras de los bienes que consume la sociedad privilegiada de consumo. Desde el punto de vista de la justicia social, importa mucho más el crecimiento de las ramas productoras de bienes-salario que el crecimiento del PIB.

Los esperanzados deben permanecer alertas en que la estructura del gasto público abone en favor de la alteración de la estructura productiva en el sentido señalado.