Aquellos que están bien
na comedia áspera. Aquellos que están bien (Dene wos guet geit, 2017), primer largometraje del realizador suizo alemán Cyril Schäublin, explora de modo novedoso el territorio de las comunicaciones humanas en tiempos de la Internet, el Whatsapp y los mensajes de voz, formas de interrelacionar a las personas que paradójicamente han propiciado el anonimato y el aislamiento voluntario, un déficit de reciprocidad y empatía afectiva, y como muestra la cinta, la posibilidad incluso de realizar estafas financieras a individuos tan vulnerables como los ancianos que no logran familiarizarse con las nuevas tecnologías o protegerse de ellas.
Ambientada en Zúrich, capital europea de la precisión metódica y las transacciones bancarias discretas, la película describe el universo impersonal de los centros de llamadas telefónicas que proponen planes ventajosos de conexión a Internet o de seguros de vida. En uno de ellos, personas tan expertas e inexpresivas, como la joven veinteañera Alice (Sarah Stauffer), dominan a tal punto el arte de extraer información confidencial de sus interlocutores incautos, que bien pueden aprovechar dicho privilegio para estafar a mujeres ancianas, recluidas en hospitales o en sus domicilios, haciéndoles retirar de sus cuentas bancarias sumas cuantiosas que destinarán a socorrer a un supuesto familiar joven en desgracia. Y aunque la suplantación de identidades no resulte del todo convincente, la destreza de Alice haciéndose pasar por amiga de ese familiar necesitado combinada con el deterioro mental o la soledad inmensa de las ancianas, hacen que el enorme fraude prospere y que sus beneficios sean incluso protegidos por un sistema bancario garante siempre de una confidencialidad extrema.
Resulta hilarante ver los contrastes extremos de una memoria humana que las nuevas tecnologías han vuelto muy aleatoria. Mientras unos personajes se esfuerzan inútilmente por recordar el título de una película sobre estafas, otros individuos pueden repetir, sin esfuerzo aparente, contraseñas o claves de acceso de más de 10 dígitos. El mundo virtual impone su dominio sobre la realidad cotidiana, deshumaniza las conductas, automatiza los edificios y los negocios en las ciudades, y empequeñece al individuo hasta volverlo una sombra insignificante en la mancha urbana. ¿Por qué no habrían de deshacerse entonces con tanta facilidad las ancianas del filme de todos sus ahorros cuando previamente la sociedad las ha despojado ya de todo lo que daba un poco de sentido a sus propias vidas? ¿Y de qué herencia o beneficio gozarán jóvenes como Alice cuando esa misma sociedad las convierta definitivamente en autómatas sin escrúpulos ni asideros morales?. El joven cineasta Cyril Schäublin demuestra ser, en este su primer trabajo, un discípulo original y aventajado de su colega austriaco Ulrich Seidl (Días perros, 2001). Su observación y disección de las conductas humanas poseen el mismo filo áspero y crítico de su maestro, matizado, sin embargo, por un sentido del humor todavía más fino.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional, a las 12 y 17:30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1