La existencia de un programa para evitar que los jóvenes caigan en las adicciones y puedan ser enganchados por grupos criminales es una acción positiva, pero tiene un enfoque incompleto, ya que sólo se concentra en aspectos preventivos, pero no en la atención de los daños ya existentes y en la rehabilitación de las víctimas.

Así lo afirmó Carlos Cruz, experto en temas de adolescencia, juventud y prevención social de la violencia, quien llamó a abordar el fenómeno de la inseguridad de manera integral, focalizada y territorializada en los barrios y comunidades más afectados.

Es un programa que atiende a los jóvenes desde la perspectiva de la salud pública, lo cual está bien y es correcto, pero sólo ve la promoción de hábitos de vida saludable y prevención de riesgos, y debería complementarse con otras miradas y acciones, particularmente las que tienen que ver con la atención del daño y la rehabilitación, indicó.

En ese sentido, Cruz afirmó que es indispensable no sólo atender a los jóvenes que ya son víctimas de las adicciones, sino también de la violencia criminal, pues en muchos lugares existe una grave naturalización de este fenómeno, frente a la cual prácticamente no hay políticas públicas para tratar de contenerlo.

Cuando el Presidente dice que hay que abrazar, arropar y acompañar a los jóvenes, atina en términos filosóficos y humanos, pero habría que ver el desdoblamiento de carácter social y político de este programa y ver de qué forma se complementa con otros puntos de la estrategia gubernamental de seguridad, como el propio despliegue de la Guardia Nacional.

Luego de afirmar que más que portarse bien el programa debe enfocarse en cuidarnos bien, el especialista en juventudes también destacó la necesidad de no reproducir la idea de que la violencia es producto de los consumidores de sustancias ilícitas, pues no hay una correlación entre ambos factores.