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El imaginario artístico de Velázquez, Rembrandt y Vermeer, por primera vez en el Museo del Prado
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Marte, ca. 1638, lienzo de Diego Velázquez, perteneciente al Museo Nacional del Prado, Madrid y, al lado, Mujer bañándose en un arroyo, óleo de Rembrandt, de la National Gallery, Londres; abajo, La lección de anatomía del doctor Sebastian Egbertsz (1601-1603), de Aert Pietersz, Museo de Ámsterdam, obras incluidas en la exposición montada en la capital española.Foto © Museo Nacional del Prado
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 22 de junio de 2019, p. 3

Madrid. El siglo XVII fue quizá uno de los más prolíficos en la historia del arte. Sólo en Europa coincidieron algunos de los grandes genios, como Velázquez, Rembrandt y Vermeer, quienes a pesar de la distancia geográfica y de pertenecer a herencias pictóricas en teoría alejadas entre sí, cuando no antagónicas, desarrollaron criterios similares en la construcción de su imaginario artístico en la composición, los temas y las técnicas del pincelado.

Para confirmar esa teoría que rehúye las proclamas patrióticas que pretenden convertir el arte en una soflama nacionalista, el Museo Nacional del Prado muestra por primera vez algunas de las creaciones de esos artistas y otros contemporáneos suyos en la exposición Miradas afines, inaugurada ayer.

Un retrato de Velázquez tiene mucho que ver con uno de El Greco, de Zurbarán o de Murillo, pero también de otros artistas que en ese periodo crearon sus obras en los Países Bajos, como Rembrandt, Vermeer, Frans Hals o Van der Hamen. Lo mismo pasa con los bodegones, los paisajes o las obras de gran formato en las que se evoca a manera de homenaje los avances científicos y humanísticos de la época. España y los Países Bajos fueron los escenarios en los que se consolidaron los dos grandes frentes del arte, pero sus similitudes –algo ya asumido, estudiado y difundido hasta la extenuación por los críticos e historiadores– no se han propagado entre el gran público que, según los expertos, siguen viendo al arte de esa etapa desde una óptica nacionalista, ‘‘patriótica”.

Prolífica tradición del realismo: 72 obras

El Museo del Prado monta una de las grandes exposiciones conmemorativas por su bicentenario. Reúne unas 72 obras de enorme valor histórico y artístico de los tres grandes genios de la época, así como de otras grandes figuras de su tiempo que explican aún con más claridad las similitudes en el desarrollo artístico y estilístico de ambas escuelas y tradiciones. De ahí el nombre de la muestra, Miradas afines, pues a final de cuentas de trata de mostrar sin filtros, y para que sea el propio espectador el que constate la sintonía estética de ambas.

El curador y experto en el siglo XVII del Museo del Prado, Alejandro Vergara, explicó durante la presentación de la muestra a los representantes de la prensa, que ‘‘existe un exceso de nacionalismo en el arte en el que resulta muy sencillo caer. Esto lo conocemos los investigadores, pero es curioso porque no permea demasiado en la sociedad. Se ha asumido, por pereza a veces, cuando se difunden mensajes de exposiciones con el título ‘Picasso español’. ¿Qué quiere decir eso? Debemos comprender que lo propio no es sólo tuyo, sino que puede pertenecer a más personas.

‘‘El nacionalismo es muy poderoso. Y ver el arte con una bandera al hombro es casi místico, pero debemos saber que es una mística peligrosa. Hay que hacer un cambio. Este es un sitio apropiado porque es un altavoz que se oye muy alto y tiene repercusión. No solemos colgar los cuadros de estos artistas tan diferentes, pero cuando están juntos podemos apreciar algunas maneras que son comunes, que hay más puntos de contacto que diferencias, y que nos lleva a desmantelar ese mito y ser más escéptico con lo que defiende.”

A final de cuentas todas las obras de la exposición pertenecen a la prolífica tradición del realismo. Una idea que nació de la constatación fortuita de dos piezas, que vistas juntas y sin los filtros académicos resultan casi hermanas: La Villa Medici, de Velázquez y La callejuela, de Vermeer, en las que se ven dos edificaciones de una misma época y muy similares por las que había pasado el tiempo, y que tanto la composición como e trazado del pincelado resultan casi idénticos, a pesar de que los pintores ni se conocieron ni coincidieron nunca en el mismo espacio geográfico.

La exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer: miradas afines, en el Museo Nacional del Prado, en Madrid, concluirá el 29 de septiembre.