Deseable, plan de seguridad sin caos
adie podrá negar, por más mala leche que aplique, que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, muestra su preocupación y compromiso a partir del refuerzo que ha realizado para combatir la violencia y el crimen en la Ciudad de México.
Queda claro que se multiplican los cuerpos policiacos y se inyecta experiencia y fuerza al equipo de inteligencia, trabajo indispensable para hallar las formas de prevenir y de atacar lo que se ha convertido en la constante de violencia en la ciudad.
Y aunque por el bien de quienes habitamos la metrópoli es deseable que ese esfuerzo se convierta en hechos que brinden tranquilidad en las calles, es indispensable tener una buena estrategia de combate, cosa que hasta ahora se desconoce, y si bien podría acompañar los cambios, hoy por hoy parece no existir.
Por lo pronto, aunque los mandos ya conocidos se queden en su lugar, es deseable que se eche a andar una nueva estrategia que además de macanas y ataques armados en contra de la delincuencia diseñe un mecanismo que permita a la autoridad recuperar el control de las calles de la capital del país, hoy en manos de grupos organizados para cometer ilícitos.
Calle por calle. Con esa base es como debería establecerse la estrategia que marque el cambio. Saber qué sucede en los espacios comunes puede permitir, entre otras cosas, prevenir los actos en contra de la sociedad que hoy se cometen casi cotidianamente.
Eso y un apretón al aparato judicial que impida la corrupción y la impunidad podrían dar la vuelta a esto que hoy parece un sino de desgracia donde la única solución que se propone desde la autoridad es devolver a la delincuencia golpe por golpe.
A la estrategia que nos referimos tiene que ver con un mando que proponga y exija resultados, un mando operativo que por el momento parece no existir y que debería recaer en la Secretaría de Gobierno, aunque parece que el diseño del trabajo, cuando menos por ahora, tiene muy diseminado ese mando y nadie se entiende con nadie.
El problema histórico entre la policía preventiva y la procuraduría amenaza con extenderse y convertirse en un caos que se agregue a los problemas de violencia que ya se viven. Se sabe que Israel Benítez –quien comandaba la zona sur de la ciudad y no hace mucho sustituyó a Darío Chacón, último de los mandos viejos que existía en la ahora SSC– estará encargado de los operativos que se realicen en toda la ciudad, aunque no sabemos, pero es casi seguro, que en las acciones de mayor calado dependerá de las órdenes que se den en los mandos de la Guardia Nacional, que operará más allá de los límites de la Ciudad de México con sus vecinos.
Hay que insistir: sin una estrategia bien organizada lo que se hace hoy parece, nada más, un refrito de lo que ya se tenía; es decir: cara nuevas, vicios viejos. ¡Cuidado!
De pasadita
El Consejo de la Judicatura local removió al juez que revivió el asunto del News Divine, es decir, lo echó de su labor por necesidades del servicio
, pero se mire como se mire darle oxígeno al asunto es en extremo peligroso. Nombres de gente que hoy es muy importante están en esa agenda. Ahí está Marcelo Ebrard, quien era jefe de Gobierno; también el del presidente del Tribunal Superior de Justicia, quien dio por cerrado el caso, y claro, con asteriscos, Francisco Chíguil, entonces delegado y hoy alcalde de Gustavo A. Madero, más los que ya no aparecen bajo los reflectores.
Si el asunto se desecha, o se cierra otra vez, el olor a injusticia no desaparecerá en todo el lapso de gobierno. Ahí se las dejamos.