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Necesitamos una revolución
José Luis Moctezuma Zamarrón
Dos factores dieron como resultado la formación del Grupo de Acompañamiento a las Lenguas Amenazadas (GALA). En primer lugar, la sombría situación que experimentan los hablantes de las lenguas originarias en México para continuar utilizando sus lenguas nativas en los espacios públicos y privados. El segundo tiene que ver con la esperanza de cambiar las políticas del lenguaje en el país a raíz de los cambios ocurridos a partir de julio de 2018, aunado a lo dicho en campaña por el ahora presidente, al señalar su deseo de que las lenguas originarias no desaparezcan. Es por ello que, un grupo de especialistas, sobre todo en sociolingüística, elaboramos un diagnóstico de la situación por la que atraviesan las lenguas nacionales (incluido el español) y los cambios necesarios para que la mayoría de ellas no desaparezcan en un periodo relativamente corto. Esto significa que las políticas del lenguaje en México han fracasado rotundamente, impidiendo la transmisión de las lenguas, claramente observado en las últimas generaciones. Cambiar esta situación depende, en buena medida, de reelaborar las políticas lingüísticas por parte del Estado mexicano, con la colaboración de instancias de los tres poderes, sobre todo a partir de las políticas públicas diseñadas por el poder ejecutivo. Por ello, desde octubre pasado le solicitamos al entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, una reunión de trabajo para externarle nuestra visión de la problemática y, sobre todo, plantearle varios aspectos que deben considerarse para diseñar un nuevo modelo que en verdad revitalice las lenguas amenazadas. Su agenda no ha permitido dicha reunión, a pesar de haber establecido comunicación con varios directores y subsecretarios de distintas dependencias del poder ejecutivo, quienes se mostraron de acuerdo con nuestras propuestas. Sin embargo, hasta ahora nada ha cambiado, las políticas del lenguaje siguen su marcha mientras las lenguas originarias las siguen padeciendo. Las instancias gubernamentales siguen el mismo modelo, pero esgrimiendo un discurso reivindicativo que nada ayuda a los cambios fundamentales que realmente se requieren En este lapso, quienes conformamos GALA hemos insistido en formar parte del acompañamiento por parte de la sociedad civil y con ella los especialistas, algunos de los cuales son hablantes de lenguas originarias; no para ser los diseñadores de las políticas de lenguaje, sino para colaborar con los miembros y las organizaciones de las comunidades originarias en el planteamiento de sus necesidades para cambiar la situación actual y a las instancias que pongan en práctica las políticas públicas encaminadas a la revaloración y revitalización de las lenguas también llamadas indígenas, nativas, autóctonas y, de manera peyorativa, dialectos. Como trabajadores en campo, nuestras investigaciones han versado sobre las problemáticas de las lenguas originarias y su situación, colaborando con las comunidades cuando ha sido posible. Es por ello que en este proceso hemos estado en contacto con las comunidades y sus hablantes, por lo que GALA pretende conformarse en un grupo más amplio, incluyendo a otros actores sociales, muy en especial los hablantes, las organizaciones comunitarias y en última instancia las poblaciones originarias. Esto implicaría una regionalización del trabajo colectivo, para ir más acorde con las diversas realidades que experimentan las lenguas y sus hablantes. Entre los cambios necesarios, proponemos los siguientes: la horizontalidad de las políticas hacia los indígenas, que implica no tratar la situación lingüística aislada de los problemas económicos, sociales, culturales, ecológicos, territoriales, organizativos, etc. Una verdadera educación indígena basada en el aprendizaje de conocimientos desde las lógicas de cada pueblo y sustentada en una escuela monolingüe en lengua originaria. Lo contrario implica la desaparición de estas lenguas, de seguir un modelo intercultural bilingüe, por más discursos reivindicativos sobre este modelo, que a todas luces conduce finalmente a su tránsito hacia el español y eso lo saben muy bien los maestros bilingües. Esto requiere una profesionalización de profesores, traductores e intérpretes, así como la activa participación de los pueblos originarios en el diseño, puesta en práctica y seguimiento de los programas aplicados dentro de sus comunidades e incluso fuera de sus territorios originales.
Para llevar a cabo este proceso, es indispensable un cambio en el modelo educativo federal; educando a la población hispanohablante en todos los niveles escolares y mostrando la riqueza y diversidad de las lenguas y culturas originarias en los distintos medios de comunicación. La importancia de aprender una segunda lengua es vital en nuestra sociedad, pero no nada más inglés, francés o chino mandarín, también alguna de las muchas lenguas originarias que se hablan en las diferentes regiones de este enorme país. El ejercicio de modelos de revitalización en otras partes del orbe, como en Nueva Zelanda, Hawai y Groenlandia, entre otros, muestran las grandes posibilidades de hacerlo en México. Para ello el Estado y la sociedad deben cambiar sus ideologías, reconociendo y sintiéndose orgullosos de su riqueza cultural y lingüística, las que, por cierto, han sido piezas fundamentales para darle sentido de identidad a nuestra nación. En GALA creemos que está es la última oportunidad para darle continuidad a las lenguas y culturas originarias. Esto no es posible sin la participación de los pueblos originarios, el Estado y los especialistas de distintas disciplinas, conocedores de diversos temas relacionados con esta dinámica; es decir, una revolución en las políticas del lenguaje en México.•
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