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Hijo de Leonora Carrington, en desacuerdo con el halo mítico de la pintora y escultora

Gabriel Weisz presentó su obra El cuadro invisible // Hasta la fecha muchas personas ‘‘andan buscando la caldera, los sapos muertos y las cocinas alquímicas de mi madre’’

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▲ ‘‘Me gustaría que descubrieran hasta dónde llegaba el imaginario visual de mi madre’’, sostuvo Gabriel Weisz Carrington, en el Museo de Arte Moderno; ahí presentó su trabajo editorial El cuadro invisible. Mi memoria de Leonora, publicado por el sello Gráfica Bordes.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de junio de 2019, p. 4

Descorrer el telón de misterio y aclarar algunos mitos sobre la vida de Leonora Carrington (1917-2011) motivaron a Gabriel Weisz Carrington, hijo de la artista, a escribir el libro El cuadro invisible. Mi memoria de Leonora (Editorial Gráfica Bordes), que fue presentado en el Museo de Arte Moderno.

El escritor y académico tuvo al principio cierta reticencia en recuperar esas memorias, pues existen muchos escritos alrededor de la vida y obra de artista surrealista.

Sin embargo, lo que lo animó fue que en la mayoría de textos alusivos a Carrington hay aspectos con los que está en desacuerdo.

Explicó que en torno de la pintora, escultora y escritora se ha construido un halo mítico en cuya configuración contribuyó sin proponérselo el Nobel de Literatura mexicano Octavio Paz, quien buscó crear una figura poética de Leonora, la cual se quedó muy grabada en las personas y hasta la fecha ‘‘le andan buscando la caldera, los sapos muertos y las cocinas alquímicas”.

Acompañado por Patricia Argomedo, su esposa, Gabriel Weisz precisó que en su trabajo editorial buscó evitar en gran medida las anécdotas y centrarse en un aspecto al que, en su opinión, se ha prestado muy poca atención: Leonora como creadora.

‘‘Uno, porque según algunos escritores piensan, a la gente no le va a interesar el proceso creativo de Leonora. ¿Entonces, en qué se van a interesar? Porque Leonora era eso. Yo quería indagar cómo fue ese proceso creativo, qué era lo que ocurría cuando ella creaba”, detalló.

Consideró que existe también la percepción generalizada de escenarios fantásticos en torno de la vida de la artista y se piensa que tenía un lugar especial para trabajar, a la manera de Diego Rivera, lo cual, añadió, es falso, pues ella contaba con un taller muy modesto e incluso sus pinceles eran de mala calidad.

Hablar de lo que era la fuente de inspiración de la pintora es un asunto complicado, según su hijo, porque algunos dicen que si estaba en Irlanda era la tradición celta, pero si se encontraba en México debió ser la cultura precolombina.

‘‘Sí y no, como en todo. Naturalmente, era una persona muy curiosa y quería ver lo que sucedía en las pirámides y los mercados; tuvo un impacto muy grande como se puede ver en el mural que estaba en el Museo de Antropología, En el mundo mágico de los mayas. Aunque a veces la inspiración no viene por mucho que uno la llame. Eran momentos muy angustiantes los que ella pasaba cuando no sabía qué hacer.”

Despojarse del uniforme de los convencionalismos

Gabriel Weisz sostuvo que Leonora Carrington no fue una madre surrealista; tampoco Chiki Weisz fue un padre anarquista, pues ambos eran personas normales.

En la charla el escritor contó cómo su madre enseñó a su hermano, Pablo, y a él ‘‘a quitarse el uniforme de los convencionalismos” si en verdad querían sobrevivir como personas. Habló también de cómo la pintora utilizó el arte desde una perspectiva terapéutica para curarse de todas las barbaridades que le infligieron cuando permaneció internada en el sanatorio de Santander, España.

Respecto del último cuadro de Leonora Carrington, que da título al libro, el autor sostuvo que la pintora pasó la mayor parte de sus últimos momentos en silencio y que les regaló un cuadro invisible, el cual nunca será pintado.

‘‘Me gustaría que descubrieran por qué nunca fue pintado; hasta dónde llegaba el imaginario visual de Leonora, porque en los momentos en los que apenas podía hablar, al final de su existencia, y de pronto viene este cuadro, un cuadro que nadie verá.”