La Realidad
o hay registro de cuando se dio el primer asentamiento que creó la población de La Realidad, Chiapas, ni por qué de su expresivo nombre. Lo único cierto es que lo justifican al no disfrutar de ningún valor con los que se mide el bienestar humano. Su censo es de menos de mil 200 personas. Las más de ellas viven en hogares construidos de materiales rudimentarios, muchos con pisos de tierra.
La mayoría consiste en una sola habitación y externos habría un fogón y una letrina. No disponen de ninguna atención médica. Hay analfabetos de 15 y más años y numerosos jóvenes no asisten a la escuela unitaria (varios grados en un solo salón). Su sustento procede de peonaje y cultivos propios. Esa es La Realidad.
Esta descripción puede ser un indicador de las condiciones que aún con esfuerzos de grupos de sociedad organizada, incluidas varias iglesias y programas gubernamentales, parecieran ser inalterables. Para aumentar la contradicción considérese que el estado es de los más ricos. Tiene agua, tierras de calidad, bosques, hidroeléctricas, petróleo, costas y cierto turismo. Toda una llamada de atención.
No han faltado planes. Vale recordar que la primera gira a un estado de Miguel de la Madrid al asumir la Presidencia fue a esa zona. Como acto premonitorio en la comitiva estaban los secretarios de Gobernación, de Relaciones Exteriores y Programación y Presupuesto. Ya se advertían indicios de desestabilización originados internamente o procedentes de Guatemala y de ahí surgió el Plan Chiapas que poco cambió. Años después, 1994, aquel secretario de Programación y Presupuesto habría de enfrentar el levantamiento del EZLN.
En abril del mismo año, una población de la zona, El Chupadero, fue asaltada por paramilitares guatemaltecos produciendo 28 muertos, como consecuencia se identificaron 46 mil refugiados indígenas de esa nación asentados precariamente, que tenían como único apoyo a sus nobles hermanos de varias etnias mayas que no reconocen fronteras políticas. De ahí surge otro plan tripartito: Segob, SRE y Trabajo, centrado en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). Así, se advierte que hay poco nuevo en esa zona. Como por siglos La Realidad sigue inmutable y la frontera incontrolable bajo los criterios actuales de rigidez.
La invitación a participar de esta reflexión busca pensar en el Programa de Desarrollo Integral que plantea la estabilización socioeconómica de Guatemala, El Salvador y Honduras y reducir con ello el flujo de migrantes de numerosos orígenes. Las razones principales según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (Cepal) son el lento crecimiento económico junto con la grave desigualdad que genera, el alto crecimiento demográfico, el aumento de la frecuencia de las sequías e inundaciones, la falta de empleo, el crecimiento de la pobreza y el aumento de la violencia. Lo conocido vagamente habla del sureste mexicano.
Es justo estimar que el programa es un proyecto excelente, aunque se advierte que sus rendimientos serán a largo plazo. Sus condicionantes son muchas, pero destacan cinco: 1. Su financiamiento, que es altísimo, 10 mil millones de dólares anuales, depende del agrio carácter de Donald Trump, que no se ha comprometido formalmente. 2. El fracaso del Plan Puebla-Panamá que auspiciado por el Banco Mundial creó la sensación de incapacidad gubernamental de los países actores. 3. Nicaragua, del que se ignoró su situación para no inflamar a Trump, es un real origen de inmigrantes que amenaza desbordarse. 4. Un ánimo de colaboración será difícil de lograr por los gobiernos de esos países. En su vida interna las emigraciones les alivian presiones. 5. El escepticismo que generó el anuncio tan vago del programa en el torbellino noticioso que cotidianamente nos confunde.
Tranquiliza la presencia de la Cepal, responsable real del programa que conoce técnicamente y lo sostiene con una experiencia y dotación humana de excelencia, propia del Sistema de Naciones Unidas. De consolidarse, en años veríamos surgir una nación con bases sociales, políticas y económicas propias. ¿Qué seguiría?
Los migrantes nos preocupan con sentido humanitario, pero también por sus consecuencias políticas, en cualquier momento Trump puede plantear un jaque al rey que pare el proyecto. Los transterrados sufren, como en La Realidad, de marginalidad extrema con manifestaciones propias de los tiempos y condicionantes locales pues pertenecen a grupos demográficos urbanos.
Sus demandas de oportunidades son distintas, no son campesinos pobres. Son profesionistas, artífices, obreros o comerciantes que sufren la desesperanza. La esencia del programa es que es alentador mas la realidad es terrible.
A Zoé Robledo con esperanza y afecto.