Viena 19: la sangre, obra con dirección escénica de Víctor Weinstock, se estrenó en el teatro El Milagro
Domingo 19 de mayo de 2019, p. 3
En un mundo onírico, los deseos e ilusiones de siete personajes se empalman para narrar los últimos momentos de León Trotsky, el revolucionario ruso que halló refugio y la muerte en México.
Escrita por Emmanuel Martin y Fernando Martínez Cortés, con asesoría dramatúrgica de Hugo Hinojosa, la obra de teatro Viena 19: la sangre, se estrenó el miércoles en el Teatro El Milagro.
Destaca el movimiento escénico de los actores, a cargo de Ruby Tagle, que los hace entrelazarse en fantasmales danzas eróticas.
Los retazos de memoria de Natalia, la esposa de Trotsky (interpretada por Margarita Wynne), se ensartan con los de Frida Kahlo (Isabel Bazán), los de Caridad –la madre del asesino (Úrsula Pruneda)– y los de la mujer de Ramón Mercader, Silvia (también personificada por Bazán). Son ellas quienes cimbran el ambiente con sus gemidos de lujuria, mientras las espía, desde todos los rincones, el estadunidense Sheldon (Emmanuel Martin), con sus carcajadas de espanto.
Barrios, cementerios, cantinas y calles
Gastón Yanes –que interpreta al estalinista Kotov–, Jorge Ávalos (León Trotsky) y Antón Araiza, como el fanático y desequilibrado Mercader, complementan el elenco que, en primera instancia, ‘‘desmitifica y desnuda” a Lev Davídovich Bronstein, el líder bolchevique a quien la pintora Frida llamaba con cariño ‘‘piochita”.
El dramaturgo Fernando Martínez Cortés reitera que Trotsky ‘‘está ahora más presente que nunca, gracias a la transformación de las ideologías del mundo. La izquierda y la derecha, los socialistas, comunistas, estalinistas, trotskistas, capitalistas, fascistas y todos los ‘istas’ que usted quiera se desenmascaran ante una ideología estructurada como fue la que le costó la vida al revolucionario ruso”.
Por ello, añade, ‘‘Viena 19: la sangre, plasma sus principios, su relación con las mujeres, su pasión por la política, aun cuando ya no tenía una relación directa con la Unión Soviética, de donde prácticamente lo habían borrado de la historia oficial”.
La obra, dirigida por Víctor Weinstock, se basa en nociones del constructivismo para crear también una propuesta visual moderna. Por ejemplo el diseño del vestuario, a cargo de Brisa Alonso, remite a la pintora rusa Liubov Serguéievna Popova, asociada a las vanguardias de la época revolucionaria. La representación troskista del arte y la sociedad se lleva ‘‘hasta sus últimas consecuencias. Los actores se desplazan en el escenario con gracia, como si bailaran sin llegar a hacerlo realmente. El vestuario, el maquillaje y las pelucas incorporan las ideas de moda igualitaria, a la vez que se proponen como símbolos del personaje que los viste como parte de su cuerpo”, explica el director.
La escenografía (Atenea Chávez y Auda Caraza) y la iluminación (Jesús Giles) evocan barrios, cementerios, cantinas, hoteles y calles mexicanas con un toque de surrealismo. Con el montaje, que se presenta de miércoles a domingo en El Milagro (Milán 24, colonia Juárez), este teatro celebra 10 años de que abrió sus puertas al público. La temporada concluirá el 9 de junio. Informes en la página web viena19lasangre.com.