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De nuestras jornadas

Ediles: cambio de paradigmas

P

or supuesto, tiene sentido que, si el gobierno municipal se ve forzado a despedir a un trabajador, lo haga conforme a derecho, y no sólo porque el gobernante está obligado a cumplir y hacer cumplir las leyes, según el juramento que hace al tomar posesión de su cargo, sino también porque hacerlo de otra manera suele costar mucho más. Pero a pesar de ser imprescindible el apego a la ley, es insuficiente, y la realidad se encarga de demostrarlo con demasiada frecuencia.

Lo que se necesita es cambiar el paradigma para impedir que los alcaldes tomen decisiones disparatadas en cualquier materia, sobre todo en la financiera, porque ellos no están en el cargo por sus dones, ni para hacer lo que se les antoje, sino para bien servir a los conciudadanos, y una buena manera de hacerlo es administrar con escrúpulo, con inteligencia y con sabiduría sus recursos, porque –aunque sea verdad de Perogrullo– los dineros públicos son fondos que los contribuyentes confían a sus gobernantes para que se los devuelvan en forma de servicios.

Pero si todo queda a la buena disposición del alcalde, la historia de sobregiros seguirá. Es necesario cortar de raíz las condiciones que lo permiten. En el caso de Acapulco, por supuesto que, por no perjudicar más al ayuntamiento, qué bueno que serán despedidos conforme a derecho, según lo adelantó el síndico Javier Solorio, pues despedir personal sin respeto a la ley laboral sólo ha postrado a los gobiernos municipales, y los ha disminuido en su capacidad de emprender obras e inversiones que beneficien a la población, cual debe ser.

No tiene sentido dejarlo al buen o mal criterio de los ediles. Leyes y reglamentos deben ser reformados por la legislatura local para establecer las pautas que deben regir sus decisiones: el tamaño del ayuntamiento debe ser proporcional al tamaño de su población, su recaudación fiscal, también; y si un munícipe viola la ley laboral al despedir o contratar personal, se le debe imponer sanción directamente proporcional al daño financiero causado.

Esta sería una prenda digna de una cuarta transformación. Morena deberá emplear en ello su mayoría en el Congreso.