Opinión
Ver día anteriorViernes 10 de mayo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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No tengo madre… sólo vivencias
V

ivencia materna que no cuadra al tiempo cronológico. Dimensión que engendra el factor generador de la con-tradicción. Lo existente es, dejando de ser, al mismo tiempo, al convertirse en ausencia. Vida carencial promotora de dolor que motiva el deseo siempre insatisfecho.

Irracionalidad descubierta por Freud en su parte inconsciente que requiere un sistema, un método capaz de traducirla, porque en la vivencia, todo es fugaz. Diferente asignación del tiempo y el espacio en que la vivencia es inconsciente.

Huella materna poesía sólo apariencia, que necesita de sujeción de estados y extensiones desde el ángulo de una discontinua condición humana de existir. Vacío perpetuo que aparece en el proceso del eterno resurgir de ella. Presencia fugaz, que es más que una espera; deseo que se estrella frente al tiempo y al final, pese a los encuentros, es búsqueda, en fuga perpetua.

Como si no fuera y estuviera en sí mismo enamorado de la ausencia de la otra. Intensidad amorosa dada por esta combinación de lo querido y lo prohibido. Separación fundamental que sin embargo une y al mismo tiempo desune, en flujo de significaciones y sensaciones donde lo sensitivo y lo significativo, el cuerpo y el nombre están fundidos en la lógica de desencuentro con el tiempo cronológico. Flash de un instante que se va y es carencia, ausencia del otro.

Lógica de una infinita acción inexpresable de polivalencias semánticas, agitadas por palabras, en la imaginación, cimiento del vacío. Vivencia maternal en que no está aquí, aunque esté, a pesar de sentir su cuerpo unido. Indisolublemente mezclado en la ausencia, aspiración fusional; encrucijada de pasión carnal, idealización máscara del terrorífico y diabólico objeto-cosa –biológico–, experiencia privilegiada de eclosión de la metáfora, lo abstracto por lo concreto, lo concreto por lo abstracto; alucinación, peso de lo real en la violencia amorosa; desenlace fatal y demoniaco de no encuentro; alineación que se estrella con los registros de la representación palabra.

Vivencia materna; ilusión de plenitud nunca lograda: fuga, distancia, imposible encuentro; sólo subjetividad. Enamoramiento, atracción enigmática, encanto lírico, legitimación de lo imposible; realización siempre por venir, sostenida por un nunca indefinible, inconsciente, ausencia del otro, en alucinación sicótica, síntesis dialéctica en que la veo, la oigo, la siento, pero nunca me fusiono y da el carácter único a la más erótica de las abstracciones, mientras más erótica menos satisfecha. Fuga en el centro de la aspiración amorosa, momento de la encarnación, búsqueda de un nuevo tiempo y espacio; exégesis simbólica del reconocimiento del infinito retórico –de la proliferación metafórica en el lenguaje–, palabra que enlaza en nuevo tiempo y espacio y aparece para desaparecer.