Jueves 9 de mayo de 2019, p. 7
Del 29 de enero al 6 de mayo pasado, Estados Unidos envió a México a 4 mil 217 personas originarias de Centroamérica para que esperen en nuestro país respuesta a la solicitud de asilo hecha al gobierno estadunidense, se indica en estadísticas oficiales.
La medida impuesta por la nación vecina es considerada por el gobierno mexicano como unilateral; sin embargo, sigue recibiendo a las personas en su territorio por razones humanitarias
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Aunque al inicio de esta operación el Instituto Nacional de Migracion (INM) advirtió que México no tenía condiciones para hacer frente a esta recepción, no se ha hecho ningún intento de devolución de los extranjeros , por el argumento antes referido.
La estrategia de Washington dio inicio en enero pasado y luego de amparos interpuestos por solicitantes de asilo, los retornos de fueron suspendidos por algunos días, en la primera semana de abril.
Sin embargo, una semana después se reanudó la internación por los puertos fronterizos de Baja California y Chihuahua de originarios de Honduras, Guatemala y El Salvador que solicitan asilo.
Es así que en menos de un mes (16 de abril al 6 de mayo) fueron registrados en nuestro país 2 mil 894 personas, equivalentes, por ejemplo, al total de salvadoreños recibidos en el primer trimestre del año, principalmente por la frontera sur mexicana.
El mayor número de extranjeros en esa situación entró a México por Ciudad Juárez, Chihuahua, aunque también este paso se hace por el puerto fronterizo El Chaparral, en Tijuana, Baja California, así como en la Garita de Mexicali, en la misma entidad.
Los datos anteriores son del INM, organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación.
Tras la reanudación, en abril, el envío ha sido ininterrumpido pese a que grupos que buscaron amparo ante un juez federal de San Francisco advirtieron que la política de Estados Unidos viola las leyes federales al no evaluar adecuadamente los peligros que enfrentan los migrantes en México
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El gobierno de Donald Trump señala que la política responde a una crisis en la frontera sur que ha saturado la capacidad de las autoridades migratorias para detener a los migrantes.
El inicio de esta práctica en enero pasado representó un cambio sin precedentes en el sistema de asilo de Estados Unidos.