En una época indeterminada, en Hermosillo, Sonora, donde las mujeres desaparecen mientras el narcotráfico y la violencia avasallan, el entorno se contextualiza expectante y esperanzador en la película Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón.

La cinta, sostuvo el realizador, “no es sobre el narco, sino se refiere al tema de la resistencia y a la familia inmersos en una trama con la cual se van a conmover. Asimismo, hay demasiada ternura lo que propicia que la gente se identifique con los personajes y, por supuesto, habla de un México del que todos estamos cansados y que queremos que sea diferente”.

En la historia, la niña Huck usa máscara y casco para esconder su género, a la vez que su padre (Rogelio Sosa), un adicto atormentado se dedica a cuidar de un campo de beisbol abandonado donde los capos se reúnen a jugar. En la familia ya han desaparecido a la madre y a la hija mayor, razones que provocan en el hombre un estado de agonía y se enfoca en proteger (sin hacerlo realmente) a la pequeña que vive con él.

El guion de Hernández Cordón fue pensado en sus hijas Fabiana (hermana mayor) y Matilde Hernández (Huck) quienes que encarnan los papeles de las pequeñas hijas del hombre atormentado.

Además, quise relatar esta historia porque soy mexicano y vivo en el país donde suceden cosas como la violencia tan cruel y sádica con la que actúan el crimen organizado y las autoridades. Esto es algo que me aflige y me parece inhumano.

Otro aspecto que interesó al director es que fuera contada a través de la mirada de los niños, en los que las temáticas políticas se entrelazan con aspectos referentes a la libertad, la esclavitud, la solidaridad y los lazos de fraternidad que se construyen en la amistad.

En la trama Huck, con la ayuda de sus amigos –un grupo de niños perdidos que tienen el poder de camuflajearse en el desierto– lucha sin quererlo en sobrepasar su realidad y combatir al capo de la zona.

Personas que viven una especie de ruleta rusa

No obstante, mi intención fue poner especial énfasis en el asunto de la paternidad, la fragilidad y la resistencia de estas personas que viven una especie de ruleta rusa, agregó el director.

Puntualizó: Huck es una niña sumamente maternal, junto con su padre forma una dupla, que hace un trabajo en equipo, porque es la única forma de resistencia; es decir, lo colectivo predomina más que lo individual; mientras el hombre vive en la paranoia de que lo separaron de la mamá y de otra de sus hijas; además, está inmerso en una especie de esclavitud no sólo laboral donde impera la ley del más fuerte.

El actor Sóstenes Rojas, quien encarna al capo sostuvo: el tema fue algo muy fuerte y me afectó demasiado hablar de los niños de esa manera de ellos, que no tienen protección del padre. Julio Hernández lo retrató de una manera dura, pero la realidad es mucho más fuerte. De hecho, mi personaje es cínico y creció en ese mundo. Pienso que quienes se desarrollan en lo negativo creen que la vida es así y no se percatan que hay otra forma de existir.

Incluso, el director deja entrever varias capas de lectura y una de ellas podría darle continuidad al personaje de la hermana mayor, quien durante la trama estuvo desaparecida y encerrada en una jaula por el crimen organizado.

Cómprame un revólver, donde el tema de la violencia está sugerido e invita al diálogo se estrena en salas el 10 de mayo.