Cada año, desde hace 400, los pobladores de Santa Cruz Xochitepec y otros pueblos aledaños suben a la cima del cerro para presenciar cómo bajan la cruz hasta la iglesia del pueblo.

Al son de guitarras, trompetas y violines, los mariachis cantan Las Mañanitas para amenizar el festejo. La mayordomía quita la cruz de su pedestal, se escuchan gritos por todos lados de quienes intentan poner orden para evitar accidentes. Se oyen ráfagas de viento, música, cohetes y gritos de quienes complican más todo. Pareciera imposible la hazaña, pero para este pueblo de la alcaldía de Xochimilco nada lo es, y menos cuando se trata de venerar a la cruz que los cuida y protege.

Las personas encargadas de bajarla se apoyan con palos largos entrelazados que soportan el peso, al tiempo que todos levantan las manos para recibir y descansarla en el piso, para tomar fuerza e iniciar el descenso.

La cruz es cargada en los hombros de más de 50 personas, por un camino boscoso con pendientes pronunciadas. Intercambian lugares, para no desfallecer; el dolor se refleja en su rostro, en el momento que se lesionan los tobillos o al ser arrastrados por las cuerdas que sujetan la cruz. Este peregrinar dura más de tres horas, con tres descansos en la cima del cerro. Después del último, comienza el descenso más peligroso, lo hacen de noche, sólo alumbrados por antorchas, insuficientes para ver bien el camino.

En las faldas del cerro da inicio la peregrinación por todas las calles del pueblo, acompañada de chinelos y bandas musicales, para que la vean los pobladores que no lograron subir. Al llegar a la iglesia, los creyentes la velarán durante toda la noche y darán gracias por los milagros cumplidos.

Actualmente se alista una nueva cruz monumental adornada con nuevos listones de todos colores, para ser llevada a la cima el 5 de mayo, y podrá ser observada desde cualquier punto del centro de la alcaldía de Xochimilco.