l presidente López Obrador presentó al Congreso el documento del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 (el número ocho en los últimos 39 años), en el que detalla su proyecto de crecimiento y desarrollo sexenal, el cual, dice, nada tiene que ver con los que se presentaban en el periodo neoliberal o neoporfirista. México acumuló casi cuatro décadas sin contar con un plan de desarrollo apegado a las necesidades nacionales.

Antes del suyo, el mandatario considera seis planes nacionales de desarrollo (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto), pero en los hechos son siete, pues hay que incorporar el presentado por el entonces inquilino de Los Pinos, José López Portillo, es decir, el Plan Global de Desarrollo (PGD) 1980-1982, elaborado por quien sería su sucesor en la residencia oficial.

Al llegar Miguel de la Madrid a Los Pinos, el nombre de tal plan se modificó ligeramente: se quitó la palabra global y en su lugar se anotó nacional, y de allí para el real con los mismos resultados en seis sexenios, porque todos los inquilinos de Los Pinos prometieron progreso, bienestar, equidad, justicia, desarrollo, prosperidad, crecimiento económico y muchísimo más, pero todos fallaron rotundamente, y en no pocas ocasiones lograron con creces exactamente lo contrario de lo ofrecido.

Dice López Obrador que con el PND-2019-2024 se acabó la política neoliberal. A muchos les trabajaron la cabeza, es un asunto mental. Mucho tiempo con un adoctrinamiento a favor de una política neoliberal, quitar eso de la cabeza no va a ser fácil; pero la 4-T significa también un cambio de mentalidad. Por eso hablamos de revolución de las conciencias.

Para elaborar el documento hubiese sido muy fácil pedir a los técnicos que hicieran la consulta que nos solicita la ley y luego los mejores economistas, técnicos, especialistas en lo que ahora se llama pomposamente políticas públicas y que presentaran el PND. Imagínense lo que iban a entregar, lo que íbamos a presentar. Lo mismo de siempre: PIB, apreciación, depreciación y otras cosas por el estilo, dijo el mandatario.

En el PND 2019-2024, explicó López Obrador, tratamos el principal problema del país, la corrupción, cómo vamos a dar respuesta al problema de la inseguridad, de la violencia, que es lo que importa a la gente, cómo se va a reactivar la economía, cómo se va a garantizar el bienestar de los mexicanos. Entonces, eso es el nuevo plan. Son 65 cuartillas, tampoco es mucho, porque con un lenguaje tecnocrático y 100 o 200 cuartillas es como tomarse un tafil. Esto está ligero, no tiene los tecnicismos que no se comprenden fácilmente y puede enriquecerse, se puede ampliar, se puede mejorar, pero ya es un documento para fijar la nueva política de desarrollo del país.

En el recuento de los daños, en su PGD López Portillo prometió un crecimiento anual promedio de 8 por ciento, pero sólo logró 5.75. Ya como Plan Nacional de Desarrollo (con la llegada del neoliberalismo) el resultado fue mucho peor: Miguel de la Madrid prometió que la economía crecería 5.5 por ciento como promedio anual, pero a duras penas reportó 0.34.

Con Carlos Salinas de Gortari la oferta fue de 6 por ciento y sólo alcanzó 3.9. La relación en el sexenio de Ernesto Zedillo fue de 5 contra 3.5 por ciento; la de Fox 7-2.3; la de Calderón 5-1.8 y la de Peña Nieto 5-2.1 por ciento.

Si las promesas del PGD-PND se hubieran convertido en realidades, de 1980 a 2018 la economía mexicana habría crecido a una tasa anual promedio de 5.3 por ciento; en los hechos a duras penas fue de 2.3 por ciento.

Las rebanadas del pastel

Dice AMLO que el tóxico empresario Germán Larrea está dispuesto a colaborar en el rescate de los mineros de Pasta de Conchos. ¿En serio?, porque está viva la imagen de los días de la tragedia. La crónica de la época (La Jornada) lo resumió así: a lo lejos se veía huir a los empresarios y los funcionarios que tomaron la decisión de suspender la búsqueda de los cuerpos. Y 13 años después nada cambió.

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