Ante la aprobación de la reforma educativa en la Cámara de Diputados, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseveró que no habrá venta o tráfico de plazas ni sindicatos protegidos por el gobierno, y tampoco se aceptarán grupos de intereses creados.

Para el jefe del Ejecutivo, lo aprobado la víspera en San Lázaro significa un paso adelante, un problema menos para el país, tras recordar que la reforma anterior, como otras llamadas estructurales, fueron ordenadas por organismos financieros internacionales.

No habrá, advirtió, entrega de dinero a dirigentes para mantenerlos quietos, no va a haber maiceo, no va a haber maíz con gorgojo. Nada, nada. Y libertad completa, absoluta: quien no esté de acuerdo tiene todo el derecho de manifestarse, de expresarse, sin represión.

Señaló que durante los sexenios anteriores el magisterio fue objeto de difamaciones; sin embargo, marcó diferencias entre las acusaciones y los procesos penales fincados contra líderes de la coordinadora magisterial y el caso de la ex líder del sindicato de la educación, Elba Esther Gordillo Morales, quien, señaló, fue parte del sindicalismo corporativo, en el cual los dirigentes eran desechados y destronados cuando caían de la gracia del Presidente.

Ya no es así, ya no hay dirigentes protegidos, no hay grupos de intereses creados, no hay amiguismo, no hay influyentismo, no hay nepotismo, ninguna de esas lacras de la política, y no se tolera la corrupción.

El mandatario celebró en Palacio Nacional la decisión de los diputados de aprobar los cambios legislativos, pues con ello se cumple con el propósito de cancelar la mal llamada reforma educativa impuesta y ordenada desde el extranjero.

Y celebro que se haya avanzado en ese sentido. No está de más recordar que esta reforma es parte de la agenda que se definió en el extranjero y se impulsó durante el periodo neoliberal; no está de más recordar que a esas medidas impuestas se les llamó reformas estructurales, impulsadas por organismos financieros internacionales: reforma fiscal, laboral, energética y educativa; se utilizó para engañar, para manipular.

La educación, añadió, se puso al mercado como si fuese una mercancía, para que sólo el que tuviera recursos pudiera pagar colegiaturas.

Destacó la eliminación de las evaluaciones punitivas y pro-metió que en su gobierno nada será por la fuerza.

Aunque no le gustó a nuestros adversarios, ya nosotros fijamos una postura en un memorando que generó mucha polémica, que dice lo que hemos sostenido durante mucho tiempo: que debe cancelarse la llamada reforma educativa, no afectar al magisterio y mejorar la calidad de la enseñanza combatiendo la pobreza y creando oportunidades para que todos puedan estudiar.

En la conferencia de prensa matutina de ayer se le preguntó si esa reforma deja abierta la puerta para que el sindicato se encargue del reparto de las plazas laborales.

Pues no, respondió. Eso es lo que sostienen los que defienden la mal llamada reforma educativa, que es el regreso de la venta de plazas. No es así. Los maestros no son corruptos, son gente buena, trabajadora, honesta, me consta.

Por eso, agregó, me molestaba mucho cuando desataban campañas en contra de los maestros.

Citó el caso del ex líder de la sección 22 del sindicato magisterial en Oaxaca, Rubén Núñez, fallecido recientemente, quien fue espiado por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, acusado de ser alcohólico y de lavado de dinero; luego fue llevado a una cárcel de alta seguridad y tratado como delincuente.

Al mencionarle que su compadre Miguel Rincón, integrante del consejo asesor empresarial, participa por la licitación de los libros de texto gratuitos, dijo que él no protege a nadie ni acepta influyentismo de nadie, ni de amigos, familiares o compadres.