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La llegada de Cortés causó un proceso de des-civilización, concluyen expertos

Coloquio organizado por el INAH y la Universidad de Guanajuato que continuará en junio

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▲ Representación del encuentro entre la Malinche y Cortés, en el Códice Durán.Foto tomada de Wikipedia
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de abril de 2019, p. 7

La llegada de Hernán Cortés al mando de las tropas españolas el 22 de abril de 1519 causó un proceso de ‘des-civilización’ que hoy, a 500 años, genera preguntas y plantea una revisión historiográfica, de acuerdo con los investigadores que participaron en el coloquio 1519-2019 Hernán Cortés: desembarco y des-civilización americana.

El ciclo de conferencias se realizó en el auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología en el que se presentaron ponencias como: Cortés, las islas de Yucatán y Ulúa, el desembarco de 1519 y la donación de Constantino; Los descubrimientos de un lugar llamado Yucatán; La enunciación del otro en la Primera Carta de Relación (1519), y El ayuntamiento de la Villa Rica y la rebelión comunera.

El director de etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Cuauhtémoc Velasco Ávila, señaló que este coloquio, organizado por la Universidad de Guanajuato y el INAH, reflexionó “acerca de la legada de las huestes españolas dirigidas por Hernán Cortés en 1519 y nos sugieren que a raíz de su desembarco se desencadenó un proceso de des-civilización de las poblaciones indígenas americanas”.

Des-civilización entendida como el proceso desencadenado por la confrontación cultural promovida por la llegada de los europeos a tierras continentales americanas, específicamente pensando en Mesoamérica. ¿Había civilizaciones que se perdieron? ¿Comportamientos que se abandonaron o dejaron de tener sentido dentro de una nueva cosmovisión? ¿Concepciones que rompieron la civilidad de las sofisticadas culturas americanas y que tardaron en cuajar en formas efectivas de regulación de las emociones?

El reto ahora es reflexionar de lo sucedido hace cinco siglos “desde la construcción de un nuevo imaginario historiográfico que supere las concepciones catrastrofistas de la Conquista, para colocarnos en un mejor punto de observación de esos acontecimientos, en primer lugar, a través de una relectura de las fuentes originales.

En segundo lugar, un esfuerzo por definir aquello en el contexto actual, nos es relevante como sociedad respecto de aquellos lejanos acontecimientos; en otras palabras: ¿qué tanto podemos identificar a los actores sociales actuales con los sujetos que participaron en el proceso de la Conquista? ¿Es posible calificar con los parámetros jurídicos y éticos actuales los hechos de sangre del siglo XVI? ¿Es todavía oportuno un juicio y una solicitud de perdón?

La muerte de la diferencia

Miguel Ángel Segundo, de la Universidad de Guanajuato, señaló que la Conquista de México “debe leerse en ese enorme movimiento des-civilizatorio que implicó la violenta expansión europea por el mundo. El desembarco de Cortés en 1519 y la posterior conquista de Tenochtitlan en 1521 se convirtieron en momentos fundacionales para la expansión del occidente cristiano por América”.

En el siglo XVI “se desarrolló un enorme proceso de des-civilización, un proceso desorganizador de las culturas que chocaron con la expansión europea y crearon diferentes efectos con un sentido muy claro, provocar la muerte de la diferencia en aras de la normalidad institucional y sociológica establecida por la violencia. Se desestructuraron las formas de vivir prehispánica, para instaurar la normalidad cristiana; sobre las poblaciones indígenas conquistadas se organizó el mundo dentro de una cultura de conquista”.

A casi 500 años de la Conquista de Tenochtitlan, que se concretó en agosto de 1521, las preguntas son: ¿hacia dónde pensar el acontecimiento? ¿Hay que restarle importancia y movernos de ese lugar? ¿Anular la discusión del efecto que tiene en el presente esa temporalidad rota? ¿Hay que borrarlo de la memoria y hacer sólo transiciones históricas o reconciliarnos en el encuentro de dos mundos? O bien, ¿conmemorar el martirio y destrucción de una civilización autónoma, denunciar el hecho y seguir sufriendo los efectos de esa gravedad histórica?

Es urgente volver historiografía a la Conquista, que deje de vivir como trauma nacional en la metafísica del mexicano que regresa como fantasma a acosarnos. Necesitamos hablar de ella en un nuevo horizonte: el de la diversidad, de la historiografía con múltiples versiones y lecturas de ese pasado, de espacios de experiencia plurales e incluyentes para la nación, repensar la Conquista en aras de una sociedad con múltiples identidades, con estratos de pasado diferenciados.

El coloquio continuará el martes 4 de junio con el tema La producción discursiva de la Conquista.