Domingo 21 de abril de 2019, p. a27
La vocación del drama complicó un duelo que parecía definido desde el primer tiempo. Con algunos sustos, Cruz Azul afianzó su boleto a la liguilla al derrotar 2-1 a Pumas en el estadio Azteca.
La Máquina terminó anoche entre los primeros cuatro de la tabla con 26 puntos, mientras los universitarios quedan prácticamente eliminados con 16 unidades en la fecha 15. Un partido en el que el videoarbitraje intervino para confirmar amonestaciones, anular un par goles de Pumas por fuera de lugar y expulsar al universitario Kevin Escamilla al minuto 43.
El dominio de los celestes fue inobjetable, pero a pesar de la insistencia no lograban concretar. Un poco por la implacable actuación del portero Alfredo Saldívar; otro tanto por titubeos en los ataques y errores que rayaron en el disparate. Para los universitarios todo se fue a la deriva cuando Milton Caraglio recibió un balón y entró al área; se preparaba para disparar, pero Pablo Jáquez lo derribó desesperado. El penalti fue inobjetable. El propio Caraglio se encargó de vencer al minuto 43 a un portero que ha parado tiros de pena máxima.
Al volver del descanso, Pumas tuvo algunos visos de querer equilibrar a pesar de ir contracorriente. Pero la desventaja por la expulsión de Escamilla, los dejó todavía más vulnerables. Una falta de los universitarios se tradujo en un tiro libre indirecto. En el cobro, reapareció Caraglio para rematar de cabeza y meter el segundo.
Pudo más el orgullo que la desventura en los universitarios y unos minutos después, Pablo Aguilar cometió una falta infantil que le regaló un penal a Pumas. Pablo Barrera la envió directo a las redes al 64.
Desde la izquierda, diezmados pero dignos, Pumas hizo todavía una locura. Alan Mozo se metió al área y sin nadie que lo estorbara cruzó un disparo que terminó dentro de la portería. Otra vez, el videoarbitraje intervino para anular el gol por posición adelantada.
Al final, Pumas estuvo muy cerca de empatar. No ocurrió, los celestes se marcharon con la calificación asegurada y los universitarios se fueron con las manos vacías, pero con el corazón rebosante.