Un día más con vida
l cometido original del joven realizador español Raúl de la Fuente y su colega polaco Damian Nenow, al filmar Un día más con vida (2018), fue recrear momentos cruciales de la agitada vida del periodista polaco Ryszard Kapucinsky, especialista en cubrir guerras, revoluciones y conflictos sociales en países en desarrollo, tomando como punto de partida los testimonios plasmados en su libro homónimo de 1976, publicado en español por Anagrama en 2008. Ese diario íntimo refiere las vivencias del reportero, quien en 1975, solicitó su traslado de Varsovia a Luanda para presenciar el proceso de independencia y descolonización de Angola favorecido por la revolución portuguesa llamada De los claveles. Para volver más atractivo el acercamiento a la figura de este periodista comprometido con las causas políticas de izquierda, los realizadores proponen una laboriosa estrategia creativa que combina cine documental, imágenes de archivo, técnicas de animación y entrevistas con algunos sobrevivientes, protagonistas de esa lucha armada.
A lo que asiste el periodista durante tres años es a un conflicto que pronto adquiere dimensiones globales. Se trata de una reactivación de la guerra fría en un país africano sumido en un violento combate fratricida donde se afrontan las milicias cubanas que, en nombre de un internacionalismo revolucionario, respaldan al movimiento de liberación angoleño en el poder, mientras mercenarios vinculados con la CIA devastan el país multiplicando las masacres de civiles. Mientras tanto, un país vecino, la Sudáfrica del apartheid, busca invadir al país, someter a su gobierno rebelde y explotar sus inmensas riquezas naturales.
El documental de animación de Nenow y de la Fuente elabora un retrato muy sugerente de un Kapucinsky fascinado por una escenografía del caos en un país que es laboratorio de confrontaciones ideológicas, y también por la red de complicidades afectivas que el periodista va tejiendo con los lugareños involucrados en el combate: desde la búsqueda de un mítico resistente rebelde hasta el encuentro con una joven guerrillera que representa un fugaz entusiasmo amoroso. Al referente emblemático en el cine político de animación que fue Vals con Bashir (Ari Folman, 2008), habrá que añadir ahora esta propuesta imaginativa y ágil que es, a un tiempo, ensayo poético, panfleto didáctico de claridad meridiana y entretenimiento inteligente.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional a las 15:45 y 20:45 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1