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“Plaza París, metáfora de la colonización”

Cinta de Lúcia Murat que se exhibe en la Muestra de la Cineteca

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▲ Fotograma de la película coproducida por Brasil, Portugal y Argentina.
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Viernes 12 de abril de 2019, p. 6

La Plaza París no es solamente uno de los mayores jardines de Río de Janeiro, sino una de las reminiscencias más fastuosas de la belle époque con salida a la avenida Beira Mar, que conduce directamente a la playa de la ciudad balnearia.

Muy cerca de ahí estaba la casa de la abuela de la cineasta brasileña Lúcia Murat, quien desde niña conoce el lugar, pero no lo había pensado como una metáfora de la colonización hasta que en una exposición de arte contemporáneo vio una obra que abordaba la construcción del sitio como una vía para hacer de Río de Janeiro una ciudad no sólo afrancesada, sino un émulo de París.

“La ciudad, que no logra definirse, es un personaje muy importante de la película, siempre tratando de ser otra cosa y no ella misma. El propio título, Plaza París (Praça Paris, Brasil-Portugal-Argentina, 2017), es una plaza construida en los años 20 como parte de ese intento por hacer de Río de Janeiro un París, y se detuvo a la mitad, porque tiene estos árboles muy pequeños como los de Luxemburgo, pero no los que requiere en un país tropical, o sea mucha sombra.

Durante los 10 o 15 años que pensé la película, la resolví con ese nombre que me gusta, y es bueno porque es misterioso; es una metáfora de la colonización, relata la realizadora nacida en Río de Janeiro en 1949.

Contexto real

La cinta aborda el escabroso tema del colonialismo, pero también el racismo, el clasismo y la profunda crisis social que ocurre en el Brasil contemporáneo a raíz de los procesos contra los ex presidentes Dilma Rousseff, quien sufrió una destitución (impeachment), y Lula da Silva, encarcelado para evitar su triunfo electoral, así como del arribo al poder de Jair Bolsonaro, ex militar de extrema derecha, y los escaños crecientes en el congreso nacional de los representantes de la Iglesia evangélica.

El filme gira en torno a una sicoanalista portuguesa, la elevadorista de la Universidad Camila (Joana de Verona), que intenta redimir a una mujer negra y pobre, elevadorista de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, Glória (Grace Pass), habitante de la primera favela de la ciudad, Morro da Providência, abusada por el padre y protegida por el mafioso hermano parricida encarcelado por narcotraficante Jonas (Álex Brasil), que acaba presa de una sicosis patológica que la llevará a despertar un clasismo y racismo colonialista, pese a considerarse progresista.

La idea de la película tiene muchos años, porque mi hermana, que es sicoanalista y fue directora de un centro de sicoterapia de una universidad, hizo un trabajo con las muchachas que atendía en el último año de la carrera o en la maestría, muy jóvenes y de clase media alta; me contó que tenía problemas con algunas que estaban en contacto con gente muy pobre y con experiencias de vida muy violentas, que empezaron un proceso de contratransferencia, perdieron el control y quedaron un poco paranoicas al estar en la calle y ver gente pobre salir corriendo. Vi que era una idea interesante; después ocurrió el caso de las unidades pacificadoras, que duró tres o cuatro años, volvió la violencia y se perdió la esperanza que tenían de que las cosas cambiaran, relata la cineasta, que fue detenida y torturada durante la dictadura militar.

En salas comerciales a partir del 19 de abril

Distribuida por Motzorongo y producida por Taiga Filmes, Cepa Audiovisual y Fado Filmes, además de Rede Telecine, Plaza París es una de las 14 cintas que forman parte de la 66 edición de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, que será proyectada entre el 12 y el 29 de abril en las salas de la institución y, posteriormente, en la zona metropolitana de la Ciudad de México del 19 de abril al 13 de mayo en 21 sedes; luego en 19 sedes de la República Mexicana, entre el 15 de mayo y el 13 de julio.

“El hecho real que me inspiró para hacer la película ocurrió con dos jóvenes brasileñas, pero decidí transformar a una de ellas en extranjera, porque creo que desde el punto de vista de la narrativa el conflicto se desataría más rápido y podría ser mejor, porque la cultura sería muy diferente, deberían compartir la misma lengua, aunque con diferentes acentos. Eso lo trabajamos previamente y se originó en los ensayos con ambas actrices, fue una decisión de la narrativa; a partir del momento en que tomé esta decisión, el tema de la colonización se hizo más presente, de ahí el título Plaza París, el comienzo de la historia en Portugal, en lo marítimo; la idea desde el inicio era mostrar un círculo vicioso”, advierte.

La película está dedicada a la universidad, que con el gobierno derechista en Río de Janeiro de Wilson Witzel sufrió importantes recortes presupuestales. La realizadora explica la crisis política de la llegada de un gobierno fascista al país: El gran problema del gobierno de Da Silva y del Partido de los Trabajadores (que hicieron una cosa importante con la gente que estaba en la miseria) es que no hubo una gran labor en educación y en formación política, por eso esta gente se perdió también. Es un poco lo que siempre digo, ella tenía las mejores intenciones, creía que podía salvar a la gente, tenía una visión progresista, pero no fue capaz de resistir a su propio miedo y significa también un choque de clases, racial, que se refleja en la película y en la imposibilidad de estas dos mujeres de establecer una relación mucho más tersa, concluye.