Viernes 12 de abril de 2019, p. 3
En vísperas de la apertura de la exposición Ai Weiwei: restablecer memorias, el artista y activista chino radicado actualmente en Berlín conversó ayer con un centenar de representantes de la prensa en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).
Esa muestra, que se articula con dos grandes instalaciones, se abrirá al público mañana a las 10 horas sin acto oficial.
En el encuentro, que duró una hora, Ai Weiwei, arquitecto, documentalista y pionero en el uso de las redes sociales, no eludió ningún tema. Su manera franca de pensar se refleja en los trabajos que preparó para la muestra. Por un lado, exhibe por vez primera en América Latina un templo ancestral de la dinastía Ming, formado por mil 300 piezas de cinco siglos que él adquirió en un depósito de chácharas. Lo muestra es testimonio de cómo la revolución comunista china cercenó lahistoria.
Graciela de la Torre, directora de Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el templo vino desarmado en barco y de China llegaron nueve personas para armarlo.
La segunda pieza consiste en un monumento visual, hecho con un millón de piezas de Lego, con el tema de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en 2014. Respecto del uso de ese material para reproducir los rostros de los jóvenes, Weiwei alabó su cualidad ‘‘clásica”, a la vez que carece de cualquier gesto y eso lo hace ‘‘más democrático”. También proyectará avances de su documental Vivos, que ‘‘no es acerca de quién hizo qué. Todos sabemos quién hizo qué. Lo que no entendemos como sociedad es que tus amigos no regresan. ¿Qué impacto tendría eso cuando ves que tus muchachos no vuelven jamás? ¿Qué pasa a una sociedad que constantemente ve que las personasdesaparecen? Que hay impunidad, que los criminales nunca han sido castigados, además ¿quién es el criminal: esas preguntas me motivan a hacer un filme para decir a las personas quién es el mexicano y cómo ha sido lastimado por esos hechos trágicos”.
Apuntó que hace tres años decidió hacer un viaje a México y visitó el MUAC, recinto que le encantó, al igual que la UNAM. Al surgir la posibilidad de montar una exposición aquí, quiso hacer un proyecto especial que hablara de la sociedad mexicana que él desconocía. Recordó haber visto en las calles de la ciudad carteles de los 43 estudiantes y hacía preguntas al respecto; sin embargo, ‘‘nadie me podía dar una respuesta clara.
‘‘Como tengo que hacer un proyecto aquí, por qué no hago un poco de investigación con los especialistas, las autoridades y las familias. Sólo obtuve más enigmas”. Al hablar con los padres se dio cuenta de su gran inocencia y que un día sus hijos ‘‘simplemente no regresaron a casa”, aunque ellos creen que viven y que tienen derecho a recibir la información correcta y que la sociedad y el gobierno los deben ayudar.
Herida muy profunda
Después de cuatro años no hay una respuesta clara, aunque dijo Ai Weiwei ‘‘obviamente están involucrados el gobierno, la policía y el Ejército. ¿Por qué no encuentran la verdad? En México las personas desaparecen. Es una herida muy profunda en la sociedad. Toman a la dignidad humana de forma muy ligera. A los que quedan les corresponde averiguar qué pasó”.
La memoria ha sido abolida para seguir siendo sometidos: ‘‘Gran parte de nuestro conocimiento es acerca de nuestra memoria. Entonces, por qué países como México o China, y otros, tienen tanto miedo de los hechos. Las verdades sucedieron hace mucho, a lo mejor ya no tienen responsabilidad, no obstante las esconden. La verdad tiene que ver con la justicia. Visto como fenómenos de muchas sociedades, no te dicen la verdad. Tratan de borrar y reconstruir la memoria al contar las historias equivocadas”.
El eje de ambas obras mira hacia la violencia en el pasado y sobre el futuro, apuntó Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC. Dos violencias históricas en dos países que, por lejanas que parezcan, son los escenarios de una historia común: la de la humanidad.