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Disquero
El estilo Gatti
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▲ Viola Amati y violín Stradivarius que suenan en este disco.
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Periódico La Jornada
Sábado 6 de abril de 2019, p. a16

Se llama Luigi Gatti.

Su música suena a Mozart.

Luigi Gatti y Wolfgang Amadeus Mozart fueron amigos.

Además de que existía un, digámoslo así, estilo de época, Gatti tomó la decisión de aprender de Mozart. Tuvo la sapiencia y humildad de continuar ese estilo de escritura musical tan pleno de belleza.

Ayudó a Volfi a conseguir buenos libretos italianos para sus óperas y cuando murió el compositor austriaco, quien era 16 años mayor que él, ayudó a la hermana, Nannerl, a rescatar las partituras del finado y fue el primero en comenzar a catalogar las partituras mozartianas.

Así es Gatti.

Es el nuevo descubrimiento del Disquero.

Con el sello holandés Brilliant,circulan en México dos álbumes imprescindibles: Luigi Gatti. Three Concertos. First recordings, se titula uno de ellos.

Luigi Gatti. Six Sonatas por Violin & Viola, es el nombre del segundo, éste en dos volúmenes.

Es una música muy hermosa, sobria, elegante, vivaz, amorosa. Una fascinación.

Gatti tiene clase.

La elegancia de estilo, el aroma. Sí, el aroma.

La música de Gatti es una esencia vaporosa, fresca. Agüita dulce.

Luigi Gatti nació el 7 de octubre de 1740 del lado veronés del Lago Garda pero siempre fue de Mantua, a donde su padre había llegado desde Carrianay ejercía de organista.

Su padre se llamó Francesco della Gatta.

Luigi Gatti era abad pero respondón, muy crítico de la Iglesia como institución. Su despuntar ocurrió en 1773, cuando fue nombrado primo maestro de capella de la Real Academia de Mantua. Cinco años antes recibió aclamación universal como compositor debido al éxito atronador de su ópera Alessandro nell’Indie.

Se hizo célebre como autor de óperas, cantatas, serenatas y fue considerado como uno de los compositores italianos más importantes.

Así como Johann Sebastian Bach fue ignorado 200 años luego de su muerte hasta que Felix Mendelssohn rescató su obra, Luigi Gatti fue un autor confinado a conocedores y exquisitos, hasta que la disquera Brilliant publicó, en 2010, los discos que hoy nos entusiasman y recomendamos con entusiasmo.

Esta restitutio memoriae ocurre merced al esmero de investigadores italianos, quienes obtuvieron los permisos de reproducción ante la Biblioteca Musicale Greggiati in Ostilia y el Museo de Salzburgo.

Porque Gatti fue el mero mero de Salzburgo.

He aquí más material para la leyenda que tejió magistralmente Pushkin con la supuesta maldad de Salieri versus Mozart (en realidad eran amigos y se admiraban mutuamente) en aquella época en que en el mismísimo Salzburgo eran los italianos y no los germanos quienes dominaban el reino de la música:

Sale a escena otro malvado, ese sí muuuy malo, el cabrón del Hieronymus Colloredo, príncipe arzobispo de Salzburgo, quien ejerció acoso laboral contra muchos, entre ellos Mozart –de hecho persisten evidencias que apuntan ese acoso como causal de la muerte del compositor.

Bueno, sucede que el tal (colorín) Colloredo nombró a Luigi Gatti como Kappelmeister de la Catedral de Salzburgo, lo cual causó el enojo de quien se consideraba merecedor de ese cargo: Leopold Mozart, quien, como dicen en mi pueblo, agarró tirria contra Colloredo y en las cartas a su hijo Volfi hablaba pestes del buen hombre que en realidad era Gatti.

A espaldas de su padre, Volfi cultivó la amistad de Gatti, quien como ya dijimos párrafos arriba, ayudó un buen a Volfi y a su hermana, Nannerl.

¿Qué música le venimos manejando hoy, querida lectora, amable lector?

Three Concertos, el primero de los dos álbumes que hoy recomendamos, es un combo genial: la obra más celebrada de Gatti: el Concertone para 2 violines y orquesta; un alucinógeno Concierto para fagot, y un exquisito Concerto para piano y orquesta.

Al escucharlos a primer oído (primera vista), uno de inmediato exclama: ¡Mozart! Y en cuanto evolucionan los acordes nos encontramos con una música muy original, lo cual es mucho decir si tomamos en cuenta las convenciones estilísticas de época, los manierismos, los retobos rococó, los ecos del barroco, los atisbos del clasicismo por venir.

Habrá quienes al escuchar esta música exclamen también: ¡Haydn! Y también acertará.

De hecho, el sistema de vasos comunicantes que plantea el segundo de los álbumes que hoy recomendamos con alborozo, tiene ese puente y lo convierte en un jardín borgiano que se bifurca.

Sucede que las Seis sonatas para violín y viola que podemos disfrutar en este álbum de dos discos fueron comisionadas por el patrón, Corleone, digo Colloredo, no nada más a nuestro Gatti, también a Michael Haydn, hermano del famoso de la familia, Franz Joseph (Haydn) y muy amigo también de Volfi Mozart, a quien también le fueron encargadas otras Seis sonatas por el cabronazo de Colloredo, acomplejado que se decía amante de la música y mandaba a escribir a sus subordinados (Mozart fue el primero en mandarlo al carajo y convertirse en autónomo, por obra y magia de la calidad de su música) obritas para que el señor se divirtiera tocando las partes del violín, pero estos señorones de toda dignidad le entregaron obras maestras como las que hoy podemos disfrutar, de la autoría de nuestro Gatti.

Ah, muuuy importante: estas hermosísimas Seis sonatas las podemos disfrutar en este disco en los mejores instrumentos disponibles: un violín Stradivarius y una viola Amati.

En este disco, entonces, el maestro Paolo Ghidoni, de Mantua, pulsa el violín Stradivarius conocido como ‘‘Vesuvius”, manufacturado en Cremona en 1727, mientras Alfredo Zamarra hace sonar la viola conocida como ‘‘La Stauffer”, acunada por Gerolamo Amati, quien culminó la obra que dejó inconclusa al morir su hermano Antonio y le agregó el ingrediente mágico que explica la profundidad y aroma de su sonido: laca dorada.

Rulos de oro, mantos de Mantua, aromas exóticos, elegancia sedosa, fragancias frescas. Ensoñaciones.

El Disquero ama a Gatti. Para siempre.

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