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Firma documento en Palacio Nacional

López Obrador se compromete a no relegirse

Bastan seis años para convertir a México en una República próspera, justa y fraterna

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▲ El presidente Andrés Manuel López Obrador muestra el documento con el compromiso de no relegirse en la Presidencia, en Palacio Nacional.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de marzo de 2019, p. 3

Al firmar ayer el compromiso de no relegirse, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que bajo ninguna circunstancia intentaría perpetuarse en el cargo. Sepan ustedes, señores conservadores, que abandonaré la Presidencia en el día preciso que marca la Ley Suprema (la Constitución Política), y en 2024 me iré allá, por Palenque, Chiapas, donde tiene su rancho.

En su conferencia de prensa matutina, calificó de infundio que sus adversarios políticos, “los conservadores –que creen que soy como ellos, porque su verdadera doctrina es la hipocresía–, vociferan que la propuesta de someterme a la revocación de mandato encubre la intención de relegirme… Les digo con sinceridad, y en buena lid, que deseó de todo corazón y con toda mi alma que lo logrado para entonces sea muy difícil de revertir, y que el país no retroceda a los inmundos y tristes tiempos en que dominaba la mafia del poder”.

Más tarde, reconoció que existe la posibilidad de que PRI o PAN regresen al poder, porque para entonces, sostuvo, quedará esta-blecida la democracia. Sin embargo, apostó por la justicia con libertad, porque la libertad a secas, sin justicia, a veces se convierte o se puede convertir en la libertad del zorro en el gallinero.

López Obrador firmó el compromiso de no relegirse ante los medios de comunicación en Palacio Nacional y ratificó que a mediados de su mandato consultará a los ciudadanos si quieren que continúe de jefe del Ejecutivo federal –al igual que lo hizo cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal–, como hizo el compromiso en las tres campañas presidenciales en las que posteriormente participó y como ha venido señalando a lo largo de más de 20 años.

Ciertamente fui elegido para ejercer la Presidencia durante un sexenio, pero según nuestra Carta Magna, el pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno. El pueblo pone y el pueblo quita, así que para cumplir con su compromiso y llevar a la práctica ese mecanismo de democracia participativa envió al Congreso una iniciativa de reforma constitucional.

Ennumeró sus convicciones democráticas: “Uno, soy maderista y partidario de los principios de sufragio efectivo y no relección. Dos, me inspiran los ideales y las convicciones, no la ambición al poder. Tres, creo que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás.

Cuatro, considero que basta con seis años para desterrar la corrupción y la impunidad, y convertir a México en una República próspera, democrática, justa y fraterna. No tengo duda que nos alcanzará el tiempo para consumar entre todos y de manera pacífica la Cuarta Transformación de la vida pública del país, señaló.

Subrayó que no intentaría perpetuarse en el cargo, porque ello no sólo significaría ir en contra de la Constitución, sino también traicionar mis principios y renegar de mi honestidad que, estimo, es lo más valioso en mi vida.

¡Ya cumplí!, exclamó tras estampar su firma. Seis años bastan para implantar los cimientos de sus proyectos con el propósito de poner fin a la corrupción, contar con un gobierno austero, que el Ejecutivo deje de ser el poder de los poderes y heredar el hábito democrático para que no haya fraude electoral.

Pero como va a estar muy difícil dar marcha atrás a eso, es que, sostuvo, en el conservadurismo –incluidos algunos medios de comunicación– andan muy desesperados, por lo cual que les sugirió cuidarse para no perder objetividad, profesionalismo, porque no en el afán de criticarnos de todo o por todo lleguen al ridículo y conviertan sus periódicos en pasquines.

Les aconsejó contar con una escuela de cuadros para dejar fuera máscaras, y porque ya no hay en el conservadurismo políticos con doctrina, que los había antes (citó a Goméz Morín), pero ahora todo es pragmatismo, todo es oportunismo, todo es buscar la forma de sacar provecho en lo personal; los mueve el individualismo.