|
||||
Yucatán, entre las vedas Jorge Alberto López Rocha Profesor de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias, UNAM. [email protected]
La temporalidad es un factor fundamental en la dinámica de la actividad pesquera. La naturaleza impone sus ciclos y variabilidad, regulando qué, cómo y dónde pescar. Nadie más conocedor de esta condición que los pescadores, que con base en lo que establece la naturaleza, adecúan sus actividades de pesca (y, por ende, sus ingresos económicos). Un ejemplo de cómo la pesca está regida en primera instancia por la “naturaleza”, lo podemos ver en el comportamiento de los recursos pesqueros, cuya presencia, abundancia y disponibilidad varían en espacio y tiempo. Por ejemplo, la sierra y el peto son dos especies importantes para muchos pescadores en el Golfo de México, sin embargo, su captura en cada localidad costera está restringida a unos pocos meses al año, debido a que son especies migratorias. Temporalmente también las autoridades en materia pesquera de México autorizan la captura de los recursos pesqueros. Una herramienta esencial en el manejo pesquero son la vedas, o la prohibición de ejercer la pesca de determinadas especies en temporadas y regiones delimitadas. Las vedas responden, nuevamente, a la “naturaleza”, buscando proteger etapas críticas en el ciclo de vida de las especies. Lo más común es que las vedas estén dirigidas a proteger la temporada de reproducción. En Yucatán se pescan cuatro de las especies con mayor valor económico y de importancia en materia de exportación: el mero, el pulpo, la langosta y el pepino de mar. Debido a las vedas, a lo largo del año los pescadores ven interrumpido su acceso legal a estos recursos, incluso a varios al mismo tiempo. Así, tenemos que para el mero la veda comprende los meses de febrero y marzo, para la langosta de marzo a junio, para el pulpo de enero a julio y para el pepino de mar todo el año, salvo alrededor de 15 días entre marzo y abril de cada año. La pesca furtiva o ilegal de especies en veda es uno de los principales problemas en las pesquerías de Yucatán. ¿Quiénes realizan esta actividad ilegal? En principio podríamos decir que gran parte es realizada por los mismos pescadores que pescan legalmente durante las temporadas de pesca. Es posible establecer la disyuntiva a la que se ven enfrentados los pescadores cada vez que entra en vigor una veda: la de respetarla con la esperanza de que en el futuro esto se vea recompensado a través del sostenimiento o incremento de las capturas; o la de ir en busca del sustento adentrándose en una actividad ilegal con las consecuencias que esto pueda acarrear.
Existen fuerzas o condiciones que es preciso identificar para intentar resolver el problema de la pesca ilegal durante las vedas. Por una parte, la efectividad de hacer cumplir las leyes por parte de las autoridades: si hay una nula o muy deficiente inspección y vigilancia, prevalece la impunidad para los que a ojos de todos cometen la ilegalidad y la corrupción en las instituciones y en las empresas, esto lleva a percibir a la pesca como una actividad desordenada y descontrolada, en la que no existe ningún incentivo para que el pescador respete la veda. Por otra parte, existe una demanda para los productos pesqueros capturados durante las vedas. Desde cooperativas hasta las empresas procesadoras y exportadoras, incluso compradores internacionales y mafias de tráfico de productos pesqueros ilegales, son los principales motivadores de la pesca ilegal. Por lo tanto, la pesca de especies en veda obedece al desordenamiento de la actividad pesquera y a la falta de capacidad de las instituciones y a la corrupción, más que a una forma de sustento para el pescador. Ante este escenario, una alternativa son las áreas de prohibición de pesca, contempladas en la legislación mexicana como zonas de refugio pesquero, que son áreas delimitadas para proteger la reproducción y crecimiento de los recursos pesqueros. En los casos del mero y el pulpo, se puede establecer una red de refugios pesqueros con el objetivo de proteger zonas de crianza (juveniles) y áreas de reproducción (adultos). La idea es que la pesca quede prohibida permanentemente en áreas que son críticas en el ciclo de vida de las especies, y a su vez, permitiendo la pesca durante todo el año en el resto de las zonas de pesca, lo que desincentivaría la pesca ilegal sin poner en riesgo los recursos pesqueros. Por supuesto que para que lo anterior sea efectivo es necesario empezar con el fortalecimiento institucional y organizativo del manejo de las pesquerías, lo que debe incluir de forma indefectible la participación efectiva del sector productivo. •
|