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40 años de Tosepan: Yolotzin Zamora Méndez [email protected]
Ser Tosepan y crecer en una unión de cooperativas ha sido una de las experiencias más valiosas de mi vida. Ser parte de lo que a lo largo de más de 40 años han soñado hombres y mujeres de la región me llena de orgullo, me ilusiona y me da fuerza para continuar soñando. Encontré muchas frases en este libro que me conmovieron gratamente, una de ellas fue: “primero es necesario mirar hacia atrás para luego mirar hacia delante”. Es por ello que quiero iniciar compartiendo algunos recuerdos de mis orígenes en la Tosepan, del momento en el que me sume a ser parte del plan de vida que propone la Unión de cooperativas Tosepan. Inicié en el corazón, en el Centro de formación Kaltaixpetaniloyan. En este espacio de reunión y aprendizaje se abrió mi espíritu. Aquí, los niños y los jóvenes de aquel entonces encontramos un lugar para jugar, curiosear, experimentar, orientar nuestras inquietudes y desarrollar nuestras capacidades. Aprendí el valor y la importancia de la capacitación constante, a reconocer la sabiduría de nuestros abuelos, madres y padres. Experimenté eso que llaman “diálogo de saberes”, donde retomamos conocimientos comunitarios y los conocimientos de la ciencia. A utilizar la tecnología propia, pero a incorporar de manera consciente las nuevas tecnologías y herramientas de comunicación. Me quedó claro que la teoría y la practica son actividades que se complementan y que van juntas para que no se me olvide lo que aprendo. Que el conocimiento es un ejercicio de construcción colectiva, que el aprender enseñando es la mejor manera de difundir los saberes. Es por ello que me sumo a la idea de muchas socias y socios, que la Tosepan ha sido y sigue siendo nuestra universidad. Fue por eso que cuando tuve edad para ir a la universidad, no quería irme, ya que desde mi punto de vista yo ya estaba en una. Finalmente, me mandaron y me fui. Ahora que ha pasado el tiempo, creo que fue una buena decisión, ya que también es muy importante aprender de lo que pasa en otros lugares, conocer otras formas de enseñar y otros conocimientos. Explorar otras formas de vivir. Pero, sobre todo, estar seguro de que aún en lugares lejanos, se puede seguir siendo Tosepan. Hoy en día, las niñas y los niños, las y los jóvenes tiene la oportunidad no solo de seguir llenando de alegría, armonía y esperanza al “kalta”, como le decimos al centro de formación, si no que ahora pueden asistir a la escuela formal, aprender los valores de la organización, revalorar nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra lengua. Se tiene ya la posibilidad de elegir entre quedarse o irse para continuar los estudios universitarios. Eso es algo que me llena de mucha alegría y satisfacción. Observar que la propuesta educativa de la Tosepan se está consolidando. Una de las preocupaciones sobre el futuro, donde nosotros como jóvenes tenemos mucho que hacer, tiene que ver con las actividades del campo, el cómo reanimar la agricultura. ¿Cómo volver a andar esas veredas que llevan al cafetal? Esos caminos que como jóvenes ya no andamos y que se están borrando. Hasta este momento no tengo una respuesta concreta a esto, y tampoco creo que exista una receta para resolver esta problemática no solo regional, si no también nacional y mundial. Lo que sí tengo son propuestas, algunas ideas que creo son compartidas por otros jóvenes que al igual que yo buscan las maneras de regresar no solo al kuojtakiloyan, también a la milpa, al kaltsintan, y además seguir cuidando el medio ambiente. Es necesario entonces reunirnos para compartir propuestas, para analizarlas, elegir cuáles creemos que podrían funcionar y experimentarlas, llevarlas a la práctica. No creo que nos sea tan difícil, es lo que se ha hecho siempre, es lo que nos han enseñado, solo falta retomarlo. Participar en las reuniones, tomar buenas decisiones, llegar a acuerdos, es una tarea ardua y compleja. Las asambleas que existen en la cooperativa son un buen ejercicio de democracia, en donde se favorece el diálogo para resolver problemas, además es un medio de información, un espacio para la reflexión y generación de propuestas de solución a temas que nos preocupan. Es por ello que estoy convencida de lo que se dice de las asambleas, que: “la asamblea no se equivoca”, ya que las decisiones y consecuencias de las mismas son colectivas. Y el año pasado, al elegir el tema de trabajo de la unión, no se equivocó, la asamblea eligió que este 2019 fuera el año de los “jóvenes y la recuperación de valores”. Es el compromiso que tenemos para los siguientes meses, y confío plenamente que trabajaremos en ello. Y en esta historia de 4 décadas resulta necesario y urgente hacer un verdadero reconocimiento a la participación de nosotras, las mujeres, ya que desde el principio hemos estado en el proceso organizativo. Primero desde el lugar que nos ha tocado, desde el cuidado, el amor, el cariño, comprensión, la valentía, la honestidad, la fuerza que hemos visto en nuestras abuelas, madres, hermanas, compañeras cooperativistas y lideresas. Después, desde el trabajo organizativo, en donde las pocas mujeres que han logrado ser parte de las mesas directivas, participar activamente en las asambleas y en las diversas áreas y programas de trabajo de la Unión de cooperativas, nos han mostrado su responsabilidad y determinación en las labores que han emprendido. Un valor de mujer. Para todas ellas mi admiración y respeto. Con su ejemplo, nos alientan a las más jóvenes a apoyarnos entre nosotras y a buscar la igualdad entre hombres y mujeres dentro de la Unión de cooperativas. Y para lograr esta encomienda necesitamos el apoyo nuestros hermanos, padres, abuelos, compañeros cooperativistas y líderes, no podemos hacerlo solas, debemos hacerlo entre todos. Es por ello que cobra mucho sentido recordar el esfuerzo que hacemos para transformar nuestros hogares en hogares sustentables, hagámoslo también en nuestra casa Tosepan, en donde las mujeres y hombres, niños, jóvenes y viejos compartamos responsabilidades, tomemos juntos decisiones y los trabajos se distribuyan de manera equitativa. Si lo logramos, podemos seguir avanzando a la buena vida, al yeknemilis. Y justamente, si queremos tener una buena vida, no solo debemos de pensar en nuestras familias, en nuestra organización, si no, también en nuestra comunidad, en nuestra región, en el espacio que compartimos. Por ello, la lucha por la vida, por la defensa de la tierra y el territorio a la que se ha sumado la Tosepan, con otros pueblos, otras organizaciones, y sociedad civil, es vital para seguir construyendo proyectos en donde nuestro bienestar y el de nuestro territorio sea más importante que las riquezas materiales y el dinero. Los proyectos de muerte: mineras, hidroeléctricas, subestaciones, proyectos turísticos de alto impacto, fracking, se han detenido hasta ahora, pero eso no quiere decir que han desaparecido. Debemos seguir apoyando la lucha y aprendiendo de lo que se ha logrado, no bajar la guardia. Es fundamental que nuestros corazones sigan latiendo al ritmo de las palabras de origen “organizados somos fuertes y solamente unidos, Unidos Venceremos”. •
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