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La pesca en el Istmo de Tehuantepec: camarón y devastación ambiental Maximino Matus CONACyT-Colef Berenice Morales MNA-INAH
La pesca en el Istmo de Tehuantepec es una actividad económica común que arroja ganancias considerables a sus pobladores. Se calcula que en la zona hay tres mil pescadores, en su mayoría indígenas zapotecos. La actividad pesquera se realiza en la Laguna superior del Istmo de Tehuantepec y en una franja del mar abierto. Las especies que pescan comúnmente en la laguna son camarón y lisa, mientras que en el mar abierto privilegian la pesca de variedades de escama, tiburón y langosta. Los periodos de pesca en ambas zonas duran seis meses; al terminar la pesca en una de éstas migran a la otra con todo su equipo y reinstalan los campamentos. El camarón y la lisa son ampliamente consumidos en el municipio y por ello su venta se hace primordialmente a nivel local y regional, en tanto que la escama, el tiburón y la langosta se comercializan en el mercado nacional. La mayoría de los pescadores en la región son libres, es decir que no pertenecen a ninguna asociación registrada de pescadores y tampoco están dados de alta ante las autoridades pesqueras. A continuación nos centraremos en la producción de camarón y la devastación ambiental que ha generado, a consecuencia de prácticas emprendidas por actores locales y foráneos, dedicados a la pesca y otro tipo de actividades extractivas. Además se reflexionará brevemente sobre la incapacidad del Estado para regular la producción de la especie y promover una pesca sustentable en la región. Las sociedades para la pesca de camarón operan de la siguiente forma: el productor presta la lancha y el motor a la persona que funge como peón en la temporada de pesca. Esta persona se encarga de colocar los copitos de arrastre a las 5 de la tarde y colgar lámparas sordas detrás de los mismos para que la luz atraiga a los camarones hacia el embudo o copito de arrastre. De igual forma, el peón es quien regresa a las 6 de la mañana del siguiente día a poner lo que llaman “cola”, para que no le entre basura y se pueda recoger el producto. Por la tarde se repite la misma operación y se recoge el copito al día siguiente. Cada mañana que recogen los copitos, tardan dos horas aproximadamente en hacerlo.
En cada jornada diaria para la pesca de camarón cada unidad pesquera introduce 20 copitos aproximadamente. Al día se obtienen de 20 a 30 kilos de producto, en caso de ser una buena pesca, o de uno a cinco kilos en una mala. Después de haber retirado el producto del agua, este se lleva a tierra para “despulgarlo” o extraer aquella basura que logró entrar al copito. Una vez limpio lo pesan y venden con representantes de la cooperativa local. Esta sociedad está compuesta por 80 pescadores para la pesca de camarón, mientras que un número similar son pescadores libres. Destaca que no es necesario pertenecer a la cooperativa para que ésta compre el producto a los pescadores no asociados, y de hecho, estos últimos son más productivos que los primeros. Los pescadores no asociados han intentado organizarse, sin embargo, quienes forman parte de la cooperativa ya existente han bloqueado su iniciativa ante la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat), con diversas artimañas para que no les otorguen el permiso. En consecuencia los primeros no son beneficiados por los programas públicos dirigidos a los pescadores y tampoco se sienten obligados a cumplir con las normas mínimas para una producción sustentable; la más devastadora de las cuales es el constante desecho de las pilas de las lámparas sordas en el fondo de la laguna. A la poca sustentabilidad de su práctica pesquera, se suma la llegada de empresas mineras a la región, lo cual amenaza no solo al medio ambiente sino también a la salud de los pescadores y consumidores de camarón. Respecto a la contaminación de las aguas donde practican la pesca, destaca que tanto los pescadores como agentes externos –mineras y gobierno- están contribuyendo a la misma. Los primeros al tirar las pilas de las lamparas sordas a la laguna donde pescan y los segundos al instalar megaproyectos que impactan la sustentabilidad ecológica de la región. Además, es posible argumentar que las autoridades son un tercer agente promotor de dicha contaminación, ya que al no estar registrados los pescadores independientes es imposible impartirles cursos sobre sustentabilidad pesquera y en cuanto a los megaproyectos, al otorgar los permisos para las empresas mineras, se contribuye a la devastación del medio ambiente, además de violar leyes nacionales y tratados internacionales sobre los derechos de los pueblos indígenas y la autodeterminación de su territorio. •
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