Causa y efecto
un cuando todos en el mundo de la política saben quién creó las plazas sin techo presupuestal en el sector educativo de Guerrero, pretender cobrarle lo que ha costado y costará esa decisión en pesos contantes y sonantes sería un despropósito. No hay particular que pueda hacerle frente a una obligación financiera de esa magnitud, a menos que se le impusiera la obligación –y se le dieran las facilidades– de reubicar esos trabajadores a colegios particulares, donde sus salarios fueran pagados por los padres de familia.
Tal fórmula es impensable, pues se trata de 5 mil 743 empleados, 90 por ciento de los cuales son administrativos, y sólo 10 por ciento, académicos. Por cada docente habría que agregar nueve trabajadores de apoyo.
Entonces, ¿debe cargar el actual gobierno estatal con el pesado fardo de los trabajadores contratados fuera de nómina hace tres sexenios? ¿Deben éstos pagar los platos rotos de una decisión que no tomaron ellos, pero los benefició con un empleo?
En finanzas, como en física, la ley de causa y efecto es universal, todopoderosa e inviolable. Un buen ejemplo es esta crisis de los trabajadores fuera del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (Fone).
Podría especularse acerca de los beneficios que perseguía o que obtuvo quien creó esas plazas –y otras miles en otras áreas de gobierno–, pero eso sería mera conjetura, aun cuando es fácil imaginarlos.
Pero algo es muy cierto: durante los años que han transcurrido desde entonces, los gobernantes que lo han sucedido han dejado de pagar cuotas al Issspeg, han dejado de pagar impuestos federales, han recortado presupuestos de dependencias estatales hasta dejarlas en la inanición, todo con tal de sostener esas plazas sin techo presupuestal.
Tal vez lo hizo con la esperanza de que algún día el gobierno federal, ante el callejón sin salida al que conduce este problema, tomaría la decisión de absorberlas de modo oficial. Pero el destino nos alcanzó: arribó al poder un gobierno que no se anda con medias tintas en asuntos de dinero y que ya dijo que no pagará.
El problema es que quien ocasionó esta crisis ya no está. Y, otra vez, como señala el dicho popular, acabarán pagando justos por pecadores.