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Trump en Caracas
L

a estrategia de cambio de régimen sigue firme (bit.ly/2tSDtuh); también la tendencia de menospreciar la fuerza del chavismo e ignorar los meandros de la situación en Venezuela (bit.ly/2TiKFPD).

Pero ahora que ya bajó el show –y el polvo de la incendiada por la misma oposición ayuda humanitaria ( a.k.a. el material para las guarimbas)– y la actual asonada golpista y el afán de liberar a Venezuela –digo, recolonizarla– se ven estancados, algunas cosas empiezan a aparecer con más claridad.

Por ejemplo intenciones y motivos de Trump & su pandilla.

1). Para que no haya duda: el magnate estuvo obsesionado con invadir a Venezuela desde el principio (bit.ly/2u6z2M9).

Una y otra vez levantaba el tema con sus asesores; a mitades de 2017, en un gabinete de seguridad quería saber ¿por qué EU no está en guerra con ella, si tiene todo este petróleo y está en nuestro patio trasero? (bit.ly/2NmJaty).

Ante las respuestas insatisfactorias –grosso modo: sería complicado– delegó el tema por encima de los canales habituales a los hardliners (nbcnews.to/2FVHDsB ): M. Rubio (senador de Florida) y J. Bolton (asesor de Seguridad).

Una de las últimas misiones de R. Tillerson –el anterior secretario de Estado– a cargo de la militarización del petróleo en su gabinete, era reclutar oficiales renegados de las FANB... (sin éxito).

2). El ungimiento exprés de J. Guaidó –el autoproclamado presidente legítimo/interino– seguía este guión y estuvo teledirigido desde Washington: primero una llamada de Pompeo (el sucesor de Tillerson), otra del vicepresidente Pence –junto con su televisado llamado a derrocar al tirano Maduro– y finalmente el tuit-reconocimiento de Trump seguido por el de los países convencidos por Washington que su caída era inminente....

Al parecer como la de Fidel... (¿se acuerdan este refrán de uno de los tomos E. Galeano?).

3). Trump, Pompeo, Bolton, Rubio –todo parece aquella película cuyo contenido se explica con puro elenco...– y finalmente E. Abrams –el enviado especial a Venezuela (bit.ly/2EA2FdU).

Hoy encargado –entre otros– de imponer nuevas sanciones a Venezuela... y ayer de promover y tapar masacres a lo largo de Centroamérica, coordinar la contra nicaragüense armándola –¡sí!– bajo el disfraz de ayuda humanitaria (siendo condenado luego en escándalo Irán- contras y absuelto por el Bush-padre), dirigir el golpe a Chávez (2002) y finalmente –igual que Bolton– organizar la invasión de Irak (2003).

O sea...

4). Tanto Pence, Bolton como Tillerson –previo a su defenestración (bit.ly/2XLXiRY)– desempolvaron y relegitimaron con Trump de modo inequívoco la vieja Doctrina Monroe (1823) que hoy sobre todo significa impedir que otros avancen sobre los recursos naturales del hemisferio occidental que pertenece a los EU.

Pence (abandonando el aparente e inicial isolacionismo trumpista): “En la región el presidente está listo a intervenir ‘por las razones correctas’”.

O sea: los recursos.

5). “Los que hablan con ‘lenguaje humanitario’ –bien remarca R. Iturriza (bit.ly/2Tw4J02)– más que advertir de lo que viene (o tiene lugar), anticipan la realidad que ellos mismos desean que se materialice”.

Así Venezuela es hoy un caso clínico del capitalismo del desastre (N. Klein), que va abriendo nuevos mercados y creando oportunidades de negocio, bajo el cobijo de la existente, pero orquestada, crisis y/o emergencia humanitaria.

La Asamblea Nacional opositora (¡Guaidó!) habla de un colapso causado por Maduro (a su vez no sin culpas en su gestión y manejo de la situación...) y su –supuesto– modelo totalitario de la economía y la política (bit.ly/2FY4FA0).

Nada, claro, sobre herramientas externas de maquinación de esta crisis: sanciones de Estados Unidos que literalmente matan a los venezolanos (bit.ly/2H2ZpvB) y el imperialismo financiero que asfixia a la economía (bit.ly/2tQiGHO).

6). “La ‘humanitarización’ del discurso es sólo la nueva expresión del viejo afán de deshumanizar al chavismo” (R. Iturriza Ibídem).

Las muchas veces absurdas y contradictorias comparaciones del gobierno y la situación en Venezuela –de Chávez a Hitler y Stalin, de Maduro a Saddam o Gadafi, de funcionarios chavistas a Eichmann, de Venezuela que sufre un Holodmor (hambruna estalinista en Ucrania), o es como Francia, Holanda y Bélgica bajo la ocupación nazi y de allí la necesidad de un D-Day (bit.ly/2Ttps4R), un lema reusado hoy por Guaidó– siempre cumplían la misma función.

En fin. La historia no deja de cautivar. Cuando en 2017 Trump –no necesariamente un polihistor– insistía en invadir a Venezuela invocó, con elocuencia imperial, la invasión de Panamá (1989) de Bush-padre como modelo.

Maduro sería aquí por supuesto un otro Noriega.

El efecto transformativo de Panamá para la ley internacional abrió el camino para la invasión de Irak en 2003 de Bush-hijo (bit.ly/2H0kA10) que también –y mientras tanto– apostó a llegar a Caracas mediante a Carmona el breve.

Pero el golpe fue un fracaso y toda la operación una vergüenza para Washington.

Trump apostó a hacer lo mismo mediante Guaidó “sin tierra/sin ejército/sin –o con poca– gente”. Pero el golpe fracasa (bit.ly/2HfLD7X) y la invasión –según el propio Abrams– parece distante (ind.pn/2EQxw7o). ¿Y la vergüenza?

*Periodista polaco

Twitter: @MaciekWizz