Martes 5 de marzo de 2019, p. 34
París. Las canículas marinas, imperceptibles para el hombre, pero mortales para la vida de los océanos, están dañando los ecosistemas del mundo entero y en el futuro todavía serán más destructivas, advierte un estudio publicado este lunes.
Desde mediados del siglo XX, el número de días de canícula marina aumentó más de 50 por ciento, según las autoras del informe publicado en la revista Nature Climate Change.
Una canícula marina se define por temperaturas récord en una zona determinada y que se mantienen durante cinco días.
A escala mundial, las olas de calor marino son cada día más frecuentes y cada vez más largas. En la década pasada se observaron eventos récord en la mayoría de zonas oceánicas
, apunta Dan Smale, de la Marine Biological Association de Reino Unido.
Igual que las olas de calor atmosférico pueden resultar fatales para los cultivos, los bosques y los animales, las canículas marinas pueden ser devastadoras para los ecosistemas oceánicos
, explicó a la AFP Smale.
Pero en comparación con las canículas atmosféricas, que han dejado decenas de miles de víctimas desde principios de siglo, las marinas han sido poco estudiadas.
Los corales son las primeras víctimas de las canículas en aguas poco profundas y algunos científicos consideran que entre 70 y 90 por ciento de los corales están destinados a desaparecer, incluso si se alcanza el difícil objetivo de limitar la temperatura del planeta en 1.5 grados centígrados, indicó en octubre un informe del IPCC.
Pero no sólo los corales se ven afectados. En 2011 una ola de calor mató grandes extensiones de praderas submarinas y bosques de macroalgas, así como peces y moluscos.
La intensificación de las canículas marinas (en número y potencia) también tiene un impacto directo para el hombre, aunque éste todavía no lo percibe.
Las especies de pescados y crustáceos destinadas al consumo humano podrían ser destruidas localmente
, advierte Dan Smale. Además si las hierbas marinas y los manglares se ven afectados por temperaturas extremas pueden liberar el carbono que almacenan
e incrementar sensiblemente con ello el calentamiento climático, añade el investigador.