Hoy se rendirá homenaje a dos defensoras de derechos humanos
Lunes 4 de marzo de 2019, p. a11
Río De Janeiro. En el carnaval de Río de Janeiro, el desfile de las escuelas de samba trajo este domingo su tradicional exceso de plumas y brillantina, pero también una alta dosis de crítica social y política.
Cariocas y turistas bailaron al ritmo de las comparsas, sin importarles la incesante lluvia.
Es el primer carnaval desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro fue elegido presidente, impulsado por una onda conservadora y grupos evangélicos neopentecostales que no suelen comulgar con los excesos carnales de esta fiesta popular.
En total, 14 escuelas de samba del grupo especial
–la élite del carnaval carioca– desfilaron por la avenida Marqués de Sapucaí, popularmente conocida como el Sambódromo, contando una historia a través de la música, la danza y sus elaborados disfraces.
Empleados naranjas
Pese a que es tiempo para olvidar los problemas, no han faltado disfraces y alegorías a fin de recordar las grandes tragedias y los males que ha vivido Brasil en los pasados 12 meses. Entre los más vistos están los llamados empleados naranjas
, en referencia al escándalo de corrupción que salpica a familiares y aliados del presidente Bolsonaro.
Los desfiles empezaron a las 21 horas y duraron hasta altas horas de la madrugada, bajo el aliento y los aplausos de más de 70 mil cariocas y turistas brasileños y extranjeros.
Es el primer carnaval en Brasil tras la tipificación del acoso sexual como crimen, por lo que las comparsas no se cansan de transmitir mensajes de respeto a la mujer.
El carnaval comenzó el viernes y asegura jolgorio y desenfreno hasta el miércoles.
El plato fuerte de este domingo fue la campeona Beija-Flor, escuela que el año pasado se coronó con un desfile criticando frontalmente la corrupción y la violencia. Para esta edición preparó un enredo autobiográfico, Las fábulas de Beija-Flor, con la que celebrar sus 70 carnavales.
También actuaron las tradicionales Unidos da Tijuca, que contó la historia del pan, y Salgueiro, que homenó a Xangó, uno de los dioses del candomblé, patrón de la justicia, que criticó al sistema judicial brasileño.
Este lunes desfilarán las dos mayores campeonas. Una es Portela, que buscará su título 23 con un homenaje a la cantante brasileña Clara Nunes, ícono de los años 70 y primera artista de su época en defender públicamente las religiones afrobrasileñas. La tradicional escuela cuenta con un ala especial diseñada por el estilista francés Jean-Paul Gaultier.
El lado B de la historia
La otra escuela es Mangueira, la agrupación verde y rosa que ganó su título 19 en 2016 y que entrará en la pista con un relato del lado B
de la historia brasileña, exaltando héroes y heroínas negros, indios y pobres, relegados a un segundo plano en la narrativa tradicional.
Entre ellos recuerda a la concejal negra Marielle Franco, firme defensora de los derechos humanos en las favelas de Río, acribillada a balazos en marzo del año pasado.
La subcampeona Paraíso de Tuiuti, que el año pasado fustigó el racismo y retrató al entonces presidente Michel Temer como un vampiro, en una crítica a su reforma de los derechos laborales, este año mantiene el tono de crítica política, pero con toques de humor. Contará la historia de un personaje folclórico del noreste del país: el Chivo Io Io.
Cada escuela tiene hasta 75 minutos para desplegar en la Sapucaí entre 2 mil 500 y 4 mil integrantes, así como seis carros alegóricos con fluidez, para deslumbrar a un jurado que puntuará categorías como percusión, vestuario y tema del desfile.
Por tercer año consecutivo, los grupos de samba enfrentan restricciones presupuestarias: la subvención que reciben de la Alcaldía se redujo de 1 millón a 500 mil reales.
En total, las autoridades esperan que 7 millones de personas –incluido millón y medio de turistas– participen de esta gigantesca fiesta al aire libre.
El tradicional Cordao de Bola Preta, por su lado, volvió a congregar más de un millón de personas en el centro de la ciudad, en su desfile número 101.