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En cartelera, tres cintas del guatemalteco Julio Hernández Cordón
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▲ El cineasta, además de la guatemalteca, tiene dos nacionalidades más.Foto Sergio Raúl López
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 2 de marzo de 2019, p. 6

En agosto del 2010 un muchacho tímido e introvertido presentaba una llamativa producción centroamericana en la Cineteca Nacional. Toda una novedad para ese entonces. Se trataba de Gasolina (Guatemala-Estados Unidos-España, 2008), una delirante cinta sobre un trío de adolescentes que ordeñan combustible a otros vehículos para proseguir sus andanzas en automóvil, sin destino fijo ni futuro, admirando impasibles los aviones que pasan y desentendiéndose de las tragedias que provocan.

Ya desde su primer largometraje de ficción, Julio Hernández Cordón (Raleigh, 1975), exploraba a personajes adolescentes que requieren ruedas para escapar de los entornos que habitan, se reúnen para huir de la soledad y de su propia fragilidad, reluctantes de la adultez y marginales. Hoy, con siete filmes bajo el brazo y una carrera internacional destacada, sus tres películas recientes circulan en México casi simultáneamente, hecho inusual en un medio de abundante producción, y reducidos espacios de exhibición.

Su obra más reciente –y la más cara de su filmografía– Cómprame un revólver (México, 2018)– fue rodada en Hermosillo y tiene como protagonistas a dos de sus hijas –Matilde y Fabiana, esta última casi siempre con máscara–, en un poético y cruel relato futurista, mezcla de Mad Max con Huckleberry Finn, retrato de un país desgarrado por el narco, entre solitarios campos de beisbol, tanques y pick ups, robo de mujeres, ausencia de gobierno y tribus de niños vengadores, que se estreno mundialmente en la Quincena de Realizadores, en mayo de 2018, y ahora forma parte de la nueva sección Atlas del 9 Festival Internacional de Cine UNAM (Ficunam) y llegará a la cartelera mexicana el 12 de abril con Cinépolis Distribución.

El delegado general de la Quincena, Edouard Waintrop, le comentó que era su película favorita, al grado de programarla justo el día en que se conmemoraba medio siglo de la protesta de los directores de la Nueva Ola Francesa –Godard, Truffaut y Lelouch– y clausuró el Festival de Cannes en solidaridad con las protestas del mayo del 68.

Para mí era demasiado importante y significativo un reconocimiento al trabajo que hicimos en equipo y me emocioné mucho; me dieron ganas de llorar por lo que significa. La Quincena surgió como respuesta ante un cambio, ante una incomodidad y lo provocaron los héroes de los cinéfilos. Fue importante, las salas llenas y una bastante amigable reacción de la prensa en un festival en que suelen ser bastante duros, pero viene lo más importante que es el estreno en México.

Además, hace escasos días de que Interior XIII estrenó en cartelera su película anterior, Atrás hay relámpagos (Costa Rica, 2017), una producción de bajo presupuesto, en la línea de sus filmes guatemaltecos, como Las marimbas del infierno, del 2010; Hasta el sol tiene manchas y Polvo, ambas de 2012– donde todo estaba sostenido con alfileres, y producida por sus protagonistas, las actrices ticas Adriana Álvarez (Sole) y Natalia Arias (Ana), dos amigas que pasan el tiempo con una pandilla de ciclistas bmx que deambula por las calles de un San José atrapado en una modernidad ya envejecida, entre fiestas y aventuras adolescentes, invadidos por la vegetación, a quienes el hallazgo de un cadáver los hace entrar en fugaz contacto con los barrios de los migrantes nicaragüenses e intentando dedicarse a laborar taxi con un añejo auto de lujo.

Una producción por encargo

Esta fábula, filmada sin guión y estrenada en Rotterdam, no sólo fue su primera cinta con actrices profesionales, sino que fue una película por encargo en un país donde vivió dos años de adolescente: “Más que actrices, para mí son amigas; entonces intenté hacer personajes parecidos, aunque no andaban en bici ni se vestían de esa manera, pues han hecho películas muy taquilleras, pero las tienen encasilladas en ciertos personajes y tenían ganas como de ensuciarse, de jugar con el lodo, de hacer algo mucho más físico, con más humor y más rabia porque Costa Rica es un país muy políticamente correcto y me dieron carta blanca. Finalmente no la estaba haciendo por un salario, sino por la experiencia, fue un laboratorio de ideas, de probar cosas y jugar más con la improvisación”, explica.

Finalmente, desde diciembre de 2018 circula la versión en video dvd de Te prometo anarquía (México-Alemania, 2015), también con distribución de Interior XIII, su primera película en México, rodada en 68 locaciones, la cual le permitió posicionarse como director local y ya no ser considerado únicamente guatemalteco –pues tiene triple nacionalidad–, además de que fue la producción nacional más taquillera de 2016 en la Cineteca Nacional, con 10 mil 896 espectadores.

Un país de puertas abiertas

Realmente estaba muy nervioso porque México es un país con más industria, más tradición, más directores y no sabía si iba a poder pasar lista de presente y que me tomaran en cuenta. Siento que me abrió muchas puertas; hizo que mi nombre estuviera presente, que el gremio me arropara como alguien que aporta a la filmografía local, y no fue hipertaquillera comercialmente pero se hizo de culto, comenta satisfecho.

Ahora el público no sólo lo ubica a él, sino también a los actores (Diego Calva y Eduardo Pelukaz Martínez), a las canciones, pues trató de otra manera temas como los desaparecidos, el narco y las relaciones de la diversidad, y permitió que su siguiente película fuera más grande presupuestalmente –además de un fondo Foprocine, como la anterior, obtuvo el Eficine. Se apropiaron de la película y esa es la razón por la que me gusta hacer cine.