Ya nos abrieron la puerta y no nos sacan de aquí
urante su intervención en la ceremonia de entrega de los Óscares 2019, Diego Luna comenzó su discurso en español y pronunció la frase que titula esta columna. El actor no podría tener más razón.
La sociedad estadunidense abrió una puerta muy grande a los mexicanos. En el contexto del Programa Bracero, durante la década de 1960, se buscó ampliamente la mano de obra mexicana para trabajar las tierras en Estados Unidos. Empezó entonces el ir y venir de mexicanos que por temporadas iban a trabajar.
En ese entonces cruzar la frontera era muy sencillo, se hacía a pie. El guía o pollero era un amigo, alguien de la comunidad que ya tenía experiencia en el cruce y conocía las rutas. El costo era ridículo, apenas 100 dólares para algo de comida. Era tan fácil que todavía en los ochentas había en Tijuana, en la zona de cruce, una señora que vendía comida y cuando el migrante no tenía con que pagarle, ella le fiaba y le decía que a la otra pasada le pagara. Alguna vez platiqué con ella y juraba que nadie le había quedado a deber.
Con el paso del tiempo los mexicanos resultaron muy buenos trabajadores y los mismos empleadores los empezaron a buscar para otro tipo de trabajos, principalmente en zonas urbanas y sus estancias eran mucho más largas o incluso permanentes. La economía estadunidense fue alejando a los ciudadanos de ese país de trabajos físicamente intensos y con condiciones adversas como la agricultura, la construcción, y los mexicanos se hicieron necesarios en estos sectores de la economía. Como en el cine, su ingenio y creatividad fue ocupando espacios hasta adueñarse de ellos.
Así fue hasta finales de los ochentas. En 1980 había 3 millones de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos (hoy son 11.7 millones). En los noventas el número empezó a crecer por la combinación de varios factores: la falta de oportunidades en México, la demanda de empleados en Estados Unidos, el exceso demográfico de jóvenes en México que nuestra economía no podía absorber y las redes familiares y sociales que atraían a los mexicanos a Estados Unidos.
A nuestros vecinos se les ocurrió entonces endurecer el control de la frontera, aumentando el número de agentes y construyendo muros en algunas zonas fronterizas. Los mexicanos siguieron cruzando porque las razones estructurales no se habían modificado, solamente que ahora el cruce era más difícil y costoso.
Eso produjo un impresionante número de fallecidos –más de 400 por año–, entre los migrantes que ahora intentaban cruzar por zonas alejadas de los controles rígidos y del muro. La alta rentabilidad económica del cruce de migrantes propició la intervención del crimen organizado, pues el costo pasó de 100 dólares a mil o mil 500, incluso actualmente hay quienes pagan hasta 10 mil.
Los que iban y venían se fueron estableciendo permanentemente en Estados Unidos, trajeron a sus familias o las fueron conformando en su nuevo país, y así se formó una comunidad que hoy es de 37 millones de personas, casi 12 millones nacidos en México y 25 millones nacidos en Estados Unidos. Todo esto, por cierto, ha ocurrido en la omisión de los gobiernos en México, incluido el actual.
Por ello, la segunda parte de la afirmación de Diego Luna es aún más cierta. No nos van a sacar de Estados Unidos. Nos necesitan y ya la mayoría son ciudadanos estadunidenses. Son ya una comunidad de esa sociedad y el tema ya ni siquiera es de inmigración porque el flujo de mexicanos hacia el norte es prácticamente nulo.
Cierto, nos abrieron la puerta y no nos sacan de aquí. Pero la lucha por esta comunidad apenas empieza. Es demostrable que esos mexicanos que viven allá no tienen los mismos accesos a salud o educación, no participan políticamente y en general tienen más obstáculos para desarrollarse. Como muestra, basta observar que siendo comunidades numéricamente comparables, el número de afroestadunidenses que participaron en la ceremonia de los Óscares es considerablemente mayor al número de mexicanos que lo hicieron.
Y bueno, hasta cuándo llegará un gobierno mexicano que vaya en contra de los falsos argumentos con los que han justificado su inacción, según los cuales defender y propiciar el desarrollo de los mexicanos en Estados Unidos implica utilizar recursos que se necesitan en México o pelearse con Donald Trump.
* Presidente de Mexa Institute
Twitter: @mexainstitute