16 de febrero de 2019     Número 137

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Tortugas en Baja California:
de la pesca a la conservación

Michelle María Early Capistrán Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de México


Tortuga verde (Chelonia mydas). Brocken Inaglory

El pasado lejano

Los primeros humanos que habitaron el desierto central de la península de Baja California, hace al menos 12,000 años, se encontraron con un entorno vasto y árido en el cual el agua y las plantas comestibles eran escasas. Sin embargo, los mares abundantes proveían una importante variedad de alimentos, que incluía moluscos, peces y tortugas marinas. Las tortugas marinas eran una importante fuente de alimento, y se capturaban con arpones especializados. También se plasmaban en los grandes murales de la cultura Cochimí/Comondú, y se incluían en las ofrendas funerarias.

La llegada de los misioneros jesuitas generó cambios profundos: el asentamiento forzado de la población nómada, los conflictos y las enfermedades causaron la mortandad masiva de la población Cochimí, que quedó diezmada en menos de dos generaciones. En siglos posteriores una sociedad mestiza, los californios, viviría dispersa en ranchos y pequeñas comunidades a lo largo de la península. Las tortugas marinas adquirieron una gran importancia en los aislados presidios del desierto, ya que una tortuga prieta (Chelonia mydas) podía alimentar hasta a veinte personas, y su carne se podía conservar durante meses en forma de cecina o machaca. Las tortugas marinas se comían en sopas y filetes, o asadas a fuego abierto. En algunas comunidades se consumían hasta dos o tres veces por semana y sustituían otras proteínas, al grado de ser conocidas como “la res negra de Baja California”. Además, se utilizaban con fines medicinales y en procesos productivos como el curtido de pieles.

El siglo XX

Durante la primera mitad del siglo XX, las tortugas marinas se capturaban de manera sustentable en canoas de madera impulsadas con remo o canalete. En las noches de verano los arponeros seguían “la fosfórica”, una estela dejada por las tortugas al nadar entre el plancton bioluminiscente. Remaban silenciosamente, con trapos en las chumaceras para evitar los chirridos del metal. El arponero, vigilante en la proa, le señalaba el rumbo al timonel y al alcanzar a la tortuga tiraba el arpón con la fuerza necesaria para perforar el caparazón sin romperlo. El clima, las mareas, la pequeña población humana y el difícil arte del arponeo limitaban a las capturas. Los pescadores describen una extraordinaria abundancia de tortugas marinas: en una noche favorable, podrían llenar la panga en unas horas. Sin embargo, eso pronto cambiaría.

Durante la década de 1960, el crecimiento económico de las ciudades fronterizas de Ensenada y Tijuana generó una gran demanda de platillos de tortuga marina como caldos, milanesas y aletas rellenas. Esto coincidió con la llegada de los motores fuera de borda, las pangas de fibra de vidrio y las redes tortugueras. A inicios de la década de 1970 se abrió la Carretera Transpeninsular, y el conjunto de demanda, tecnología y vías de comunicación llevó a un crecimiento exponencial en las capturas de tortuga prieta, llevando la especie al borde de la extinción. En 1990, se declararon en veda permanente todas las especies de tortuga marina en México. En contraste con la abundancia del pasado, entre 1994 y 2004 sólo se observaron 300 tortugas en monitoreos científicos: menos de lo que se capturaba en un mes en 1962.


Protección en Baja California. Octavio Aburto

El presente

Las décadas de esfuerzos conjuntos de conservación y monitoreo por parte de instancias académicas, de gobierno y no-gubernamentales, así como de comunidades y cooperativas pesqueras están generando resultados positivos. Las poblaciones de tortuga prieta están aumentando y las investigaciones actuales sugieren que esta tendencia puede continuar. Sin embargo, se necesita más investigación para comparar los niveles poblacionales pasados y presentes y aún hay por mucho hacer para que se recuperen los niveles de abundancia histórica.

Los pescadores de mayor edad en el desierto central observaron la población de tortuga prieta antes de los impactos humanos a gran escala. Su conocimiento puede ayudarnos a comprender la abundancia pasada y a establecer metas de conservación informadas. En este contexto, el entendimiento de las dimensiones humanas y el uso tradicional de los recursos marinos es fundamental ante los retos del futuro.

Nota

Parte de este texto fue publicado previamente en: http://latinamericanscience.org/tortugas_mexico

opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]