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La cultura lacustre del Lago de Chapala Adriana Sandoval Moreno Unidad Académica de Estudios Regionales, Coordinación de Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, [email protected]
Alrededor del Lago de Chapala se encuentran más de 2,500 pescadores artesanos, quienes pueden combinar el oficio de la pesca con la albañilería, el comercio, la agricultura y/o la migración al país del norte. Agua, peces, vientos, familia y comunidad conforman el día a día en la vida de estos pescadores. La geografía social está asociada a la vida rural de las comunidades ribereñas en el proceso de transformación urbana. La pesca sigue siendo una de las principales actividades en San Pedro Itzicán, Mismaloya, Villa Emiliano Zapata, Puerto de León, Rincón de María y La Palma. No así en las localidades de Jamay, Ocotlán y Chapala debido a que la mancha urbana los ha desplazado de su lugar de trabajo. Son diez municipios que coronan al Lago de Chapala: siete en Jalisco y tres en Michoacán. Jamay, Venustiano Carranza, Cojumatlán y Tizapán el Alto cuentan con llanura descubierta gran parte del año en donde campesinos cultivan maíz, sorgo y hortalizas. Cambios en la dinámica socioterritorial La dinámica de cada comunidad ribereña es signada por las condiciones históricas socio-territoriales. A principios del siglo XX San Pedro Cahro, hoy cabecera municipal de Venustiano Carranza, Michoacán, se identificaba con la pesca y la agricultura. Después de la desecación de la Ciénega de Chapala, sucedida entre 1905 y 1910, gran parte del territorio de este municipio pasó a formar tierra seca y ampliación agrícola, por lo que actualmente dos pequeños grupos de personas se ocupan de la pesca. En la comunidad de Mezcala es manifiesto el proceso de lucha por el reconocimiento como pueblo indígena y su territorio: “El territorio de nuestra comunidad sigue siendo comunal, igual que con nuestros abuelos, quienes la tenían hace más de 500 años, nosotros seguimos conservándola”, declararon en la Asamblea General de Comuneros de la Comunidad Indígena de Mezcala en 2012, tras un conflicto de tierras. No es común que los pescadores tengan tierras de cultivo, quienes siembran lo hacen en terrenos prestados, rentados o comprados. En las localidades de Ejido Modelo, Agua Caliente, Callejón de La Calera, Puerto de León, Rincón de María, La Palma, entre otras, la mayoría de las familias de pescadores tienen una condición económica precaria y la pesca significa el aporte seguro de alimento. En Jamay, hacia la ribera noreste del Lago de Chapala, en Jalisco, el crecimiento urbano ha ganado varias hectáreas adentro del vaso lacustre, pero también en cada temporada la ribera seca se cunde de cultivos de maíz, sorgo y hortalizas que junto al corredor turístico han borrado las rutas de acceso públicas hacia el lago y únicamente llegan mediante permiso de particulares, quienes se han apropiado de la ribera. Cultura lacustre Los conocimientos del pescador integran toda una cosmovisión del lago. Saben interpretar los tipos de vientos, las mareas, los lugares para pescar, la vegetación lacustre, pero también conocen a sus vecinos de oficio con quienes el lago es compartido. La frase: “Todos tienen derecho a pescar en el lago” ilustra los arreglos entre pares que facilitan el acceso al alimento y la posibilidad de obtener dinero a través de la venta del pescado, independientemente si cuentan o no con permiso oficial para capturarlo. Las interacciones entre pescadores y de éstos con la comunidad donde residen son de ancestral tradición. Esta relación se manifiesta en las fiestas y en los roles que aún tienen las cooperativas. Sus aportes con dinero y guisos de pescado en las festividades junto con las carreras de lanchas adornas por el lago, son intercambios entre comunidades, donde el oficio y la religiosidad conviven con la música y la fiesta. En esta cultura lacustre, el oficio de pescador se revitaliza públicamente ante la comunidad. La capacidad de adaptación a los cambios les ha valido continuar con las incursiones al lago, combinándolo con otros oficios, por ejemplo: cuando escasean los peces realizan otras actividades para completar los ingresos familiares. Además, en Jalisco, los pescadores de San Pedro Itzicán siembran chayote y en Mismaloya cuentan con un proyecto avanzado para una lonja pesquera. En Petatán, Michoacán, mientras los esposos pescan, las mujeres laboran en el fileteo del pescado, paradójicamente ambos trabajan para un tercero y pocas familias venden al consumidor final. Reflexión final La vida del pescador es el Lago de Chapala. La cultura lacustre sigue siendo una columna para el sostenimiento económico familiar, social y ambiental en las comunidades ribereñas a un lago que urgente atender desde lo local y desde el Estado.
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