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Las redes sociales tienen su lado negativo y eso es aterrador, opina el escritor John Banville
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de febrero de 2019, p. 5

Madrid. El escritor John Banville vuelve a su lado más oscuro con la novela negra Los lobos de Praga (Alfaguara), donde utiliza de nuevo su seudónimo Benjamin Black para desarrollar este género en una época que le inquieta más que el pasado.

‘‘Para mí es más inquietante el presente que el pasado. Tengo un nieto de 11 años. Ese chico tiene acceso a la pornografía más dura en su portátil. Sin protección. No hay parte de una mujer que un niño no haya visto en Internet.

‘‘Me parece terrible porque siento que esto va a envenenar la idea que tiene este niño de las mujeres’’, ha compartido John Banville en una entrevista.

Al escritor lo ‘‘agobian’’ las redes sociales y el universo actual donde, dice, ‘‘todos sienten que los tienen que oír’’, pero en realidad ‘‘no tienen nada que decir’’. ‘‘No tengo redes sociales’’, sentencia.

‘‘A mi edad todo lo nuevo es malo. Las cosas nuevas como Facebook siempre tienen un lado negati-vo. Por lo visto, ahí puedes ver videos de personas decapitadas de verdad; de modo que, las ejecuciones públicas se han puesto de moda otra vez. Es aterrador’’, considera.

Sus propias experiencias le han servido para generar esta opinión. A pesar de no tener redes sociales, cuenta cómo en sus apariciones públicas ha tenido que ‘‘autocensurarse’’ a raíz de la aparición de las mismas.

‘‘Estaba dando una charla en un sitio remoto de Irlanda y algún tonto en el público me preguntó si me había influenciado un novelista muy conocido al que yo conocía desde hacía 40 años. Yo le dije que esa persona era famosa pero que no era tan buen escritor’’, recuerda.

Fue entonces cuando alguien se le acercó para preguntarle si se había percatado que lo que acababa de decir lo habían publicado en Twitter.

El escritor reconoce que no sabía de la existencia de esa red social.

‘‘Un par de días más tarde salió un artículo en el New York Times diciendo lo que yo había dicho. Me pareció un horror. Yo estaba diciendo lo que opinaba, pero no estás pensando que lo que dices va a salir al mundo entero desde este pueblito remoto de Irlanda. Uno de los pocos consuelos del escritor es poder decir cosas horribles de tus colegas cuando no te oyen. Pero ya no se puede’’, añade.

Vuelve a la novela negra con Los lobos de Praga

John Banville posee varios libros publicados con el seudónimo Benjamin Black. Bautizado como el ‘‘maestro’’ de la novela negra, admite que es un género en el cual ‘‘no se puede innovar’’. Sin embargo, asegura que le gusta trabajar con los clichés.

‘‘Mi seudónimo me permite escapar de mí mismo y jugar. El que hace arte tiene que contemplar el mundo con los ojos de un niño para el que todo es nuevo y todo sucede por primera vez. Muchas veces no vemos el mundo porque estamos demasiado acostumbrados a él.’’

Para el autor lo más ‘‘divertido’’ de la novela negra es ‘‘buscar las diferencias’’. ‘‘Siempre tienes que tener un crimen, un cadáver. Mi gran problema con la ficción criminal es que es muy difícil, casi imposible ponerle humor. Como en la novela histórica, que supongo que es porque no tienes contexto para meter un chiste. Pero no entiendo por qué en la novela negra no se puede ser gracioso’’, disiente.

Los lobos de Praga es una intriga histórica ambientada en el siglo XVI. Christian Stern, un joven alquimista, hijo bastardo del príncipe-obispo de Ratisbona, llega a Praga en el amargo invierno de 1599 con la intención de hacer fortuna y lograr un lugar entre los altos cargos.

Sin embargo, la noche de su llegada, borracho y desorientado, tropieza en el Callejón del Oro, junto al castillo, con el cuerpo desangrado de una joven tendido en la nieve. El investigador entrará al servicio del emperador, quien pronto le confía la tarea de resolver el misterio del asesinato, pero a medida que se acerca a la verdad advierte que su propia vida está en grave peligro.

Banville dice haber inventado su ‘‘propia Praga’’ incluso antes de visitar la ciudad.

‘‘Praga es una ciudad que siempre se ha tomado en serio la cultura. Es una de esas grandes urbes internacionales infectadas de turistas pero donde puedes encontrar tus propios pasos’’, sostiene.

En 2014, Banville fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y figura entre los aspirantes al Nobel de Literatura.