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Contra viento y marea
H

ay por lo menos dos interpretaciones sobre el daño que causó a la economía de Estados Unidos el cierre parcial del gobierno por más de un mes. Tal vez uno de los análisis más serios es el de la oficina del Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), cuya principal característica es su independencia ideológica y partidista. Su conclusión sobre los 35 días que 800 mil empleados federales se vieron forzados a ausentarse de sus trabajos es que esto costó aproximadamente 11 billones de dólares, de los cuales 3 billones jamás se recuperarán. Es necesario poner en perspectiva dicho monto, ya que el señor Trump cerró el gobierno porque el Congreso no le ha otorgado los 5 billones de dólares que insiste en obtener para su muro entre México y Estados Unidos. De entrada, su irresponsabilidad ya ha costado el doble del monto solicitado, con independencia de lo que en las próximas semanas –o tal vez meses– se logre recuperar. Según nota en el diario The Guardian, en su edición internacional, el CBO reporta, además, que el gobierno aplazó o dejó de gastar aproximadamente 18 billones correspondientes a compras regulares a proveedores de mercancías y servicios, por lo que el crecimiento de la economía se contraerá 0.2 por ciento en el primer cuatrimestre de 2019. Advierte sobre la incertidumbre que en la economía en general pudiera provocar esa situación.

A contracorriente de esos desalentadores resultados, el reporte más reciente del Departamento de Trabajo dio cuenta del impresionante –y por lo visto imparable– crecimiento en el empleo. Durante enero, mismo mes en que el gobierno estuvo cerrado, fueron creados 304 mil nuevos empleos, muy por arriba de los 107 mil esperados. De esta forma, el crecimiento en este rubro sumó 100 meses consecutivos, por lo que el desempleo bajó a 4 por ciento, según nota del Washington Post del viernes pasado. Como era de esperarse, estos resultados fueron recibidos con alborozo en la Casa Blanca; en tanto, Larry Kudlow, principal asesor económico del presidente, declaró en entrevista en la cadena Fox que la economía sigue siendo “la más caliente en el mundo”. Más aún, el salario promedio por hora de los trabajadores subió el año pasado 85 centavos, equivalentes a 3.2 por ciento. Como era de esperarse, Donald Trump lo alardeó como un logro personal. Las noticias han sido una bocanada de oxígeno para sus pretensiones de relección.

No tan rápido, dicen quienes aspiran a coartar esas aspiraciones. Un estudio elaborado por los economistas agrupados en la organización de análisis económico Conference Board señala que el índice de confianza de los consumidores cayó de 126 a 120 puntos, su nivel más bajo en 18 meses, descenso atribuido al caos en Washington. A esto se agrega que los trabajadores de medio tiempo aumentaron 490 mil, totalizando 5.15 millones, 11 por ciento más que en diciembre pasado, según datos del Departamento de Trabajo, de acuerdo con la misma nota del Washington Post. Lo anterior significa que el aumento en el empleo pudiera estar basado en que hay cada vez más personas que deben trabajar en por lo menos dos sitios para sobrevivir, pese al aumento salarial mencionado. En otras palabras, el sector privado genera sí, más empleos pero de medio tiempo; en última instancia, a costa de los bajos salarios.

La lectura e interpretación que de estas cifras hagan los precandidatos demócratas a la presidencia y la forma en que las articulen en su discurso de campaña pudiera ser la respuesta al descalabro que el Partido Demócrata sufrió en por lo menos tres estados en las elecciones de 2016.