Panamá, de fiesta por el pontífice
El padre de la mentira es el demonio; siempre prefiere un pueblo dividido
, dice el Papa
Acoger, proteger, promover e integrarpueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en la situación migratoria que ahora viven los centroamericanos, conjugue su maternidad en el hoy de la historia”, expresa el pontífice en su visita a Panamá.Foto Afp
Viernes 25 de enero de 2019, p. 33
El Papa Francisco volvió a retomar el tema de los muros en el contexto de la migración en Centroamérica y México. De manera sutil, pero en abierto desafío a la postura de Donald Trump, llamó a los jóvenes a construir puentes de diálogo y de unidad, y pidió no construir muros de división y de miedo. Tal como lo hizo en la conferencia de prensa en el avión que lo llevó a Panamá.
El mensaje en referencia fue improvisado, y dijo lo siguiente: “El padre de la mentira es el demonio, siempre prefiere un pueblo divido y peleado. Es el maestro de la división y le tiene miedo a un pueblo que aprende a trabajar junto y este es un criterio para distinguir a la gente. Estos son los constructores de puentes y los de muros. Esos constructores de muros que sembrando miedo buscan dividir a abroquelar a la gente… ¿ustedes quieren ser constructores de puentes?” La difícil situación que prevalece en Venezuela y la crisis diplomática han absorbido la agenda mediática. Sin embargo. Francisco no ha quitado el dedo del renglón. Confronta la postura del presidente estadunidense y pide a la bancada demócrata a no tener miedo y no ceder.
El papa Francisco, que llegó el miércoles a Panamá para participar en la XXIV de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), fue recibido por miles de personas, entre peregrinos de todo el mundo, que entusiastas tomaron las calles para saludarlo al paso del papamóvil. La ciudad de Panamá está abocada a la agenda de la visita de Francisco. Las calles están cerradas, son días feriados, la atmósfera es de fiesta. Sobresalen los policías, militares y guardias que tutelan la seguridad de los miles de peregrinos que han irrumpido en la capital del país canalero.
El Papa acudió este jueves a la sede de la presidencia en tanto jefe del estado del Vaticano. Fue recibido por el presidente de la República, Juan Carlos Varela, en el llamado Palacio de Las Garzas
. Francisco exaltó a Panamá como un país de diálogo entre el norte y el sur, entre el atlántico y el pacífico. Recordó a Simón Bolívar, quien afirmó que si el mundo hubiese de elegir su capital, el istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino. Bolívar convocó a los grandes líderes de su tiempo para forjar el sueño de la unificación de la llamada Patria Grande
. Convocatoria, dijo el Papa: que nos ayuda a comprender que nuestros pueblos son capaces de crear, forjar y, sobre todo, soñar una patria grande que sepa y pueda albergar, respetar y abrazar la riqueza multicultural de cada pueblo y cultura. Siguiendo esta inspiración podemos contemplar a Panamá como tierra de convocatoria y sueños
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El pontífice resalta la figura de Monseñor Oscar Arnulfo Romero como modelo de obispo. Invita a los obispos centroamericanos reunidos en Panamá a emular su ejemplo. Reconoció que su nombre estuvo estigmatizado en la Iglesia, pero confesó que fue un honor haberlo canonizado. Romero no fue un administrador ni un ideólogo, fue un pastor. Así se refirió al denominado Mártir de América: Es conocida la amistad y el impacto que generó el asesinato del P. Rutilio Grande en la vida de Monseñor Romero. Fue un acontecimiento que marcó a fuego su corazón de hombre, sacerdote y pastor. Romero no era un administrador de recursos humanos, no gestionaba personas ni organizaciones, sentía con amor de padre, amigo y hermano. Una vara un poco alta, pero vara al fin para evaluar nuestro corazón episcopal, una vara ante la cual podemos preguntarnos: ¿Cuánto me afecta la vida de mis curas? ¿Cuánto soy capaz de dejarme impactar por lo que viven, por llorar sus dolores, así como festejar y alegrarme con sus alegrías?
Otro gran tema que Francisco resaltó ante los obispos centroamericanos fue la migración, como síntoma de gravísimos problemas estructurales de los pueblos centroamericanos, México no se escapa, cuyos damnificados son principalmente los jóvenes. Muchos de los migrantes tienen rostro joven, dijo, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor. Francisco pidió a los obispos de la región ir más allá de la denuncia Aprovechar su capacidad instalada, sus redes e infraestructura para asistir y acompañar. Así lo refirió: “La Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos, y consoliden los lazos que las migraciones, en el imaginario colectivo, amenazan con romper. Acoger, proteger, promover e integrar
pueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia” Retoma de nuevo el tema de los puentes como construcciones de nuevos relatos: Todos los esfuerzos que puedan realizar, les dice a los obispos, tendiendo puentes entre comunidades eclesiales, parroquiales, diocesanas, así como por medio de las Conferencias Episcopales serán un gesto profético de la Iglesia de que Cristo es signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano
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Hoy viernes, Francisco visita un centro penitencial con los jóvenes privados de libertad: La otra cara de la juventud, y por la tarde anima el Vía Crucis con los jóvenes en el Campo Santa María la Antigua