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El ébola: un relato maniqueo J. L. de la Flor Investigador de salud global y seguridad sanitaria en la UAM [email protected]
Desde el descubrimiento en 1975 del virus del ébola, las sociedades occidentales han usado la enfermedad para construir un relato de un mundo rural africano misterioso y primitivo, donde el azar puede producir terribles amenazas sanitarias de dimensiones catastróficas. Una característica fundamental de este relato ha sido la posible extensión global de estas amenazas sanitarias a núcleos urbanos y territorios alejados de sus fuentes originales. Durante la 24º epidemia vírica del ébola 2014-2016 (24º EVE) que extendió el virus por Guinea, Liberia y Sierra Leona se reforzaron todavía más las características de ese relato de la ruralidad africana. En este caso, el estallido vírico de ébola sucedió en territorios donde la enfermedad no había aparecido hasta entonces. El virus llegó a áreas urbanas, lo que complicó cortar sus cadenas de transmisión e hizo saltar las alarmas internacionales ante la posible extensión global de la enfermedad. Pero también, la 24º epidemia vírica de ébola demostró la necesidad de una actuación coordinada global. De hecho, la actuación internacional fue un requisito imprescindible para detener la epidemia. Sin embargo, en el contexto de dicha intervención los medios de comunicación occidentales tendieron a presentar a las sociedades rurales africanas como unas poblaciones atenazadas por el miedo que esperaban ansiosas la ayuda internacional porque carecían de recursos y capacidades para responder a la enfermedad. Es necesario cuestionar este relato construido en torno a la enfermedad del ébola en el medio rural africano y reforzado durante la 24º EVE. Como a continuación demostraremos, es posible hacer otro relato global sobre el ébola, que asuma el problema de salud pública que supone, pero contrarreste la imagen del medio rural africano como un espacio constante de amenaza para Occidente y a las sociedades africanas como actores pasivos. Este otro relato o contra-relato del ébola es posible si atendemos las causas internacionales de la aparición de la 24º EVE y las capacidades locales que han mostrado las sociedades africanas. Los impactos ambientales en la 24º EVE En contra del relato global, no es la ruralidad africana lo que amenaza a las sociedades occidentales, sino que son los intereses económicos del agronegocio lo que amenaza el medio rural africano. Sabemos que una de las causas más señaladas para explicar el estallido de ébola es que los estados de Guinea, Liberia y Sierra Leona ocupan los más bajos Indicadores de Desarrollo Humano del planeta. También es importante recordar que, tras el cese de los conflictos violentos en Liberia y Sierra Leona, se desarrollaron procesos de reconstrucción que, a lo largo de la década de 1990, intervinieron sobre algunas funciones del Estado, entre las que no figuraron los programas sanitarios o de bienestar social. Todo ello debemos enmarcarlo dentro de la austeridad que desde la década de 1980 impusieron los programas de ajuste estructural que debilitaron los sistemas nacionales de salud. Todas estas condiciones económicas influyeron decisivamente en la extensión del estallido vírico del ébola. Sin embargo, tenemos que llamar la atención de que el factor decisivo para su aparición fue la explotación del medio rural. Si bien la pobreza y el aumento en el número de refugiados por los conflictos conllevaron el incremento de la tala, el desmonte y la quema para aumentar la producción agraria, lo cierto es que lo que alteró decisivamente la ecología del territorio e influyó seriamente en la aparición de la enfermedad fue la extracción masiva de aceite de palma que afectó al equilibrio rural en el que viven los murciélagos que transmiten la enfermedad. El papel del cuidado y los saberes locales
Y en contra del relato global que presenta a las sociedades africanas como pasivas, incapaces y demandantes de la ayuda global, tenemos que señalar que durante los estallidos de ébola las sociedades africanas han dado claras muestras de sus capacidades de adaptación, dinamismo e ingenio al producir un conjunto de saberes diferentes que sostienen la vida de su población. Por ejemplo, entre estos diversos conocimientos señalamos: la importante función de las mujeres en el cuidado de los enfermos; los conocimientos locales sobre la propia población rural que los equipos médicos internacionales necesitan para diseñar sus intervenciones; los conocimientos tecnológicos que han permitido el desarrollo de programas informáticos capaces de trazar las cadenas de transmisión de la epidemia por diferentes territorios; la pericia de los médicos y trabajadores sanitarios africanos que lograron detener el último brote del ébola en la República Democrática del Congo durante julio de este año. En este caso, dos terceras partes de las 250 personas enviadas para su respuesta fueron africanas, entre ellas decenas de expertos de Guinea que pasaron semanas dirigiendo la vacunación y transfiriendo conocimientos para responder de manera eficaz a la epidemia. Todo ello contrasta con la pasividad y falta de interés de la industria farmacéutica que condena al ébola a ser considerada como una enfermedad olvidada.
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