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La cultura como seña de Estrella Sendra Profesora de Industrias mediáticas globales en la Universidad de Southampton (Reino Unido) [email protected] En la zona norte de Senegal, entre la capital Dakar y Saint-Louis, antigua capital de la colonia francesa del África Occidental, se encuentra Louga. Localmente conocida como Njaambur, provincia del reino de Cayor de mitad del siglo XVIII, Louga es una región rural alejada de los itinerarios turísticos. Sin embargo, ha desempeñado un papel clave en la economía y cultura del país, dada su situación geográfica estratégica en la zona del desierto de Sahel, muy cerca de Mauritania, con un elevado tránsito de la población de distintos reinos en los que se dividía el territorio, y entre las dos antiguas capitales coloniales. Esta situación de cruce entre distintas poblaciones fue uno de los principales factores que favorecieron la creación de un mercado de ganadería en 1905, llamado Marbat. Hoy, la región de Louga está compuesta por tres departamentos: Kébémer, Linguère y Louga, que se dividen en distintos barrios. Su población total es de alrededor de 900,000 personas, según la Agencia Nacional de Estadística y de la Demografía (ANSD), con tan solo 86,000 en la ciudad de Louga. Más de un 80% de la población es menor a 40 años, según la ANSD, un porcentaje prometedor para el futuro de la región que, sin embargo, se ve afectado por el desempleo, el cual supera el 30%, llegando a casi el 50% en el caso de las mujeres. No es de extrañar que esta zona de cruce sea uno de los puntos de mayor inmigración y emigración del país, tal como apuntan los sociólogos Mohamadou Sall y Aly Tandián.
En este contexto, en el año 2000 nace el Festival internacional de folclor y percusión de Louga, más conocido como FESFOP, favoreciendo la transición de Louga de zona de mercado agrícola y ganadero a zona de festival, contribuyendo así a que poco a poco forme parte de los destinos turísticos. Si bien no abundan las infraestructuras culturales, Louga se caracteriza por la riqueza de su patrimonio cultural inmaterial. Es cuna de grandes artistas del país, los cuales han ido diversificando sus destinos en busca de carreras artísticas más prometedoras. El festival surgió de la mano de dos personas de Louga y muy respetadas por la comunidad: Babacar Sarr, con una larga trayectoria en educación y movimientos sociales, y Youssou Mbargane Mbaye, artista de la palabra, y transmisor oral de la tradición a través de la música y la palabra. El festival es fruto del compromiso de ambos con el pasado de la región, y busca visibilizar esa herencia cultural, ofreciendo una plataforma de exhibición a los artistas locales; atrayendo a artistas de otras zonas del país y del mundo; recuperando el papel cultural de Louga y reinventando su modelo económico en un momento en el que las bases tradicionales de la economía, la agricultura y la ganadería, no bastan para satisfacer las necesidades de la población. Actuación de la Troupe communale de Louga durante la apertura oficial de la 15ª edición del Festival internacional de folklore y de percusión, el 28 de diciembre de 2015. Una de las principales características de Louga, declarada “capital cultural de Senegal” en 2008, es que ha hecho de lo rural seña de identidad. Ya en 1951, el artista lugareño Mademba Diop (1928-2007) creó el Cercle de la Jeunesse (Círculo de la Juventud), uno de los grupos de música más destacados de la segunda mitad del siglo XX, que se inspiró en el patrimonio cultural local, marcado por la agricultura y ganadería, elementos claves de sus actuaciones. Así, era habitual encontrar referencias a la producción del cacahuete y a las mujeres que trabajaban el mijo y cocinaban contundentes platos para los hombres que trabajaban en el campo. De esta forma, la cultura y la economía, a través del contexto rural, se daban la mano. La antropóloga de la danza Hélène Neveu Kringelbach, quien escribía sobre la danza en Senegal en 2013, identificaba ya este lazo económico-cultural como característico de Louga, cuya agricultura estaba siempre apoyada y acompañada por los griots, es decir, narradores orales y transmisores de la tradición a través de la música y la palabra. “Wolaan” o “El ballet de las moledoras”, interpretado por el Cercle de la Jeunesse auténtico. Es el símbolo de la valentía y la abnegación de las mujeres que molían el mijo, transformándolo en harina antes de cocinar el “lakh” tradicional que irán a ofrecer a los hombres que trabajan en el campo.
La creciente emigración hacia las zonas urbanas de Senegal, como Dakar, así como a otros países, en busca de carreras artísticas remuneradas, dieron fin a esa época de esplendor cultural de Louga de mediados de siglo. Sin embargo, el Cercle de la Jeunesse se convertiría en la madre de la Troupe Communale de Louga, que reúne a artistas de distintas tradiciones culturales para. En 1978, cuando el boom del Cercle de la Jeunesse empezaba a disiparse, sus fundadores, Babacar Sarr y Youssou Mbargane Mbaye habían creado Ngalam, otra banda musical. En la actualidad, los grupos musicales, llamados “tropas” (en francés, troupes), superan las dos decenas, lo cual evidencia el papel del festival en la reactivación de la esfera cultural de Louga. El resultado actual es circular: la cultura, a través del FESFOP, se ha convertido en seña de identidad de este entorno rural. FESFOP es uno de los festivales de más larga trayectoria en Senegal, y el de mayor envergadura celebrado en un entorno rural. Ha tenido 18 ediciones ininterrumpidas. Durante los cinco días que dura, del 28 de diciembre al 1 de enero, el ambiente festivo inunda las calles de Louga, desde la plaza frente al ayuntamiento, hasta los barrios más recónditos de la ciudad. Por la tarde se celebran las actuaciones en los barrios. El éxito del festival radica en su ruralidad. Desde sus inicios, fue concebido como un “proyecto de territorio”, como afirma su director, Babacar Sarr, es decir, por y para la población de Louga, la cual se extiende por distintas partes del mundo en las que los artistas de Louga residen durante gran parte del año. Durante el festival es frecuente ver reunidas a las comunidades artísticas de Louga, seguidas por turistas aprendices de baile o percusión senegalesa (principalmente el sabar, danza de los wolof, el grupo étnico mayoritario de Louga). Cuando estos lugareños cosmopolitas no pueden desplazarse físicamente, participan en el festival a través de las redes sociales. Las actividades del festival inundan los barrios de Louga, concluyendo el 1 de enero con un festival en la comunidad rural de Léona. El director del festival se refiere a esto como “descentralización cultural”, que se produce en tiempo y espacio. Durante todo el año, la FESFOP organiza actividades cuyo fin es promover el desarrollo local. De esta forma, FESFOP es mucho más que un evento, su impacto social, cultural y económico se extiende a lo largo del tiempo y del territorio. Esta descentralización permite la territorialización del festival, su apropiación por la población local, y el creciente apoyo internacional. Es un festival que ha abrazado la ruralidad de su territorio, haciéndola un aspecto clave e identitario de un proyecto que espera seguir creciendo y contribuyendo al capital cultural, económico y social de Louga.
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