Viernes 18 de enero de 2019, p. 24
La Habana. Cuba rechazó firme y categóricamente
un anuncio de Estados Unidos que pudiera llevar al mayor endurecimiento del bloqueo comercial contra la isla en más de dos décadas.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel advirtió este jueves que no permitiremos el chantaje político, tenemos razones y verdades suficientes y legítimas para enfrentar tanta hostilidad y desprecio
, tras el anuncio del secretario estadunidense de Estado, Mike Pompeo, de que Washington suspenderá solamente por mes y medio una cláusula de una ley de 1996 que permite a los cubano-estadunidenses demandar a compañías extranjeras que se beneficien de propiedades confiscadas tras el triunfo de la revolución de 1959, en lugar de los seis meses habituales.
La cláusula de la Ley Helms-Burton ha sido suspendida por cada presidente desde Bill Clinton por su potencial de enajenar a aliados de Estados Unidos y complicar cualquier deshielo futuro con Cuba.
Pero el miércoles, Pompeo dijo que el gobierno iba a suspender la cláusula de nuevo, pero solamente por mes y medio, y que está siendo revisada cuidadosamente a la luz de los intereses nacionales de Estados Unidos y los esfuerzos para acelerar la transición a la democracia en Cuba, e incluye factores como la brutal opresión de los derechos humanos y las libertades fundamentales por parte del régimen cubano
.
Su anuncio parece dejar abierta la posibilidad de que el gobierno estadunidense permita que la cláusula entre en vigor, lo que pudiera permitir centenares de demandas contra corporaciones de todo el mundo, desde compañías españolas que administran hoteles en Cuba hasta firmas chinas y turcas que modernizan los puertos cubanos.
Prevén que se permitirán algunas demandas
Tanto partidarios como oponentes de mejores relaciones entre Estados Unidos y Cuba dijeron el jueves que prevén que el gobierno de Trump permitirá al menos algunas demandas contra compañías que hacen negocios en Cuba una vez que concluya la revisión de 45 días.
Esas demandas crearían un obstáculo enorme para las inversiones extranjeras en Cuba, y representan una escalada en el enfoque relativamente cauto que Trump había mantenido para dar marcha atrás al acercamiento con la isla entablado por el presidente Barack Obama.