Castigo a responsables // Explicación necesaria
ueno, si a los huachicoleros de corazón les urge tanto encontrar un culpable de esta crisis de las gasolinas que estamos viviendo, pues ya es hora de que pidan, sin titubeos, con mano firme, castigo a los principales culpables. Los nombres ya los sabemos: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Hoy no cabe ya el cinismo, arma principal de los panistas que piden se investigue por qué falta gasolina hoy, y se olvidan de pedir que frente a las representaciones nacionales, senadores y diputados, si es que la ley lo permite, comparezcan los ex presidentes que sembraron y cobijaron el robo del combustible que hoy se convirtió en crisis.
En las colas –cada vez más reducidas– de automovilistas que se han formado para conseguir combustible, la petición es generalizada: castigo a los responsables del robo a los habitantes de este país. Porque es con nuestro dinero –el de los impuestos– que se adquiere, en el extranjero la mayor parte, esa gasolina que luego compramos, ya en las gasolineras, con nuestros propios recursos y cara, es decir, la compramos y la volvemos a comprar.
Castigo para los grandes empresarios que surtían de gasolina robada a las grandes flotas de vehículos, a los funcionarios de Pemex que se hartaron del dinero que da el robo, y claro, para los ex presidentes que incluso ocultaron la información que denunciaba el latrocinio, pero una gran llamada de atención al gobierno federal porque ya era hora de que en las filas de espera se pudieran repartir los escritos que explicaran por qué se tuvieron que cerrar los ductos.
Y es que hay historias que parecen increíbles. En el estado de Hidalgo, por ejemplo, se montaron casas sobre los ductos de Pemex, cosa que no debería suceder. En esas casas los dueños han pagado hasta 50 mil pesos a los ingenieros de Pemex para que les perforen las tuberías de donde, después, extraen el combustible. Los patios de sus casas, por así decirlo, se convirtieron en las estaciones de carga de los grandes piperos que llenan sus vehículos y que más tarde venden hasta en 10 pesos.
A esa gente, toda anclada en la pobreza, los verdaderos huachicoleros le pagan uno o dos pesos por litro, y la venta del huachicol es la principal entrada de la familia. En esas casas, los grandes tinacos con mangueras de diferentes colores, tal vez para diferenciar el tipo de gasolina, hablan de una inversión necesaria para hacer que el negocio prospere.
Y luego los dueños de gasolineras, esos que pedían que Pemex les surtiera cierta cantidad, por la que pagaban pero que no significaba el total de su oferta, porque con el combustible robado, comprado a muy bajo precio, llenaban hasta el tope sus depósitos para la venta.
Hoy esas gasolineras no saben cómo pedir más combustible del que pedían y ya no pueden comprar huachicol, por lo que su oferta se reduce y se convierte en otro elemento de la escasez. Son los días de la crisis de las gasolinas, pero también es el primer paso firme hacia la honestidad, aunque a muchos no les siente bien y quisieran que el capítulo del robo no tuviera más episodios. De eso, ya no hay.
De pasadita
Así que el líder del sindicato de trabajadores del gobierno de la ciudad, Juan Ayala, junto con Miguel Ángel Vásquez, los dos cobijados por la esperanza de René Bejarano, han recurrido a las marchas, los plantones y las amenazas antes que explicar qué hicieron con los dineros que otros sindicalistas les reclaman.
Ya es hora de poner fin a los chantajes. La autoridad del Congreso local está relajada; Ricardo Ruiz es todo un fracaso. En el gobierno central se convoca a un diálogo sustantivo como forma, pero que no anula la legalidad desde la que se debe actuar, y los personajes de esta historia suponen que aún se vive en los tiempos de la impunidad. ¡Qué barbaridad!