Sociedad y Justicia
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Un reflejo especial
Periódico La Jornada
Domingo 13 de enero de 2019, p. 30

Se lo pusieron en memoria de la abuela materna, a quien sólo conoció por fotos. Cuando le dicen que es muy parecida a ella, Lilly se acaricia el mentón para asegurarse de que –al menos– no heredó el prognatismo de doña Librada Primera.

En esa forma de llamarla no hay ironía. Su abuela fue reina de los alfareros de Ciudad Medina. Documenta el hecho una fotografía en la que aparece, muy joven, tocada con una corona, vestida de blanco, envuelta en una capa de armiño –“debe haber sido vil conejo“– y con un cetro en las manos. En la cartulina al revés de la foto se lee: Su Majestad Librada Primera.

III

Por todas las revelaciones que le ha hecho, aunque nunca la haya tratado, Víctor cree conocer a la familia de Lilly. Hay días en que ella lamenta haber hablado con tanta sinceridad. Corre el peligro de que, si llegan a distanciarse, él se lo cuente todo ¿a quién? Sin respuesta posible, se arrepiente de su desconfianza y cuando vuelve a encontrarse con su amigo duplica sus amabilidades y, ¡claro!, le refiere algo que te juro que jamás le he dicho a nadie.

Hace dos semanas, durante su último encuentro, él la interrumpió a mitad de una revelación: Mujer: la aventura secreta de tu tía Nacha con el herrero me la has contado por lo menos tres veces. En la última, hubo un cambio: convertiste al sujeto en ebanista.

Avergonzada, Lilly se preguntó cuántas veces habría cometido el mismo error de repetir anécdotas. En adelante sería cuidadosa. Como ejercicio mental, durante horas buscó en su memoria hechos que pudieran interesar –¿cautivar?– a Víctor. Otra vez no encontró nada, pero la casualidad vino en su auxilio.

IV

Al fin hoy tiene la oportunidad de conquistar su meta. Esperó el momento oportuno para decirle a Víctor que el sábado había visto a Leopoldo (no dijo que de casualidad y por breves minutos). Como lo imaginaba, la noticia intrigó a Víctor: Nunca me lo habías mencionado. ¿Quién es? “Un novio al que quise mucho.

Todas mis compañeras de la academia estaban enamoradas de él. ¿Y cómo no? Era guapísimo y tenía mucho estilo. Sin que yo lo buscara, Leopoldo empezó a cortejarme. Fuimos novios tres años.

Pensábamos casarnos, pero su familia me levantó falsos y nos separamos. Fue algo muy doloroso. Tardé mucho en recuperarme y ahora que volvimos a encontrarnos...”

Víctor permanece inmutable. Lilly piensa que tal vez haya ido demasiado lejos en cuanto a los pormenores del encuentro y con eso nada más haya logrado que él vuelva a su papel de un buen amigo con quien puede hablarse de todo, menos de política.

Está en un dilema: no puede retroceder y tampoco desandar el poco espacio conquistado. Tiene que arriesgarse y disparar en dos direcciones: No sé qué pienses, pero creo que nunca deberíamos encontrarnos con personas a quienes dejamos de ver durante muchos años: corres el peligro de que te decepcionen, de que se rompa la imagen que tenías de ellas.

“¿Quieres decir que Leopoldo te decepcionó? –pregunta Víctor con precipitación. No, para nada. Sigue siendo un hombre muy interesante, atractivo, dinámico, pero hay algo que ha perdido. No sé que es. Puede que lo sepa cuando volvamos a vernos. Lilly calla en espera de algún comentario. Víctor no dice nada. Se concreta a mirarla y ella nota en sus ojos un cambio, un reflejo especial: el brillo de los celos.