Río de Janeiro. El gabinete del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, quien tomará posesión mañana martes, tendrá la mayor participación de miembros de las fuerzas armadas, con ocho de las 22 carteras, desde que se dio la redemocratización en el país, en 1985.

Los archivos del Centro de Pesquisa y Documentación de Historia Contemporánea de Brasil, que incluye los ministerios de todos los presidentes desde 1964, indican que el número de miembros o ex miembros del ejército en el futuro gobierno brasileño supera los siete de José Sarney (1985-1990) en un gabinete formado en aquel entonces por 27 carteras.

Con Bolsonaro, los militares comandarán al menos ocho áreas del nuevo gobierno: el presidente electo convocó a generales, un almirante, un teniente coronel y capitanes de las tres fuerzas armadas para formar el primer escalón de su gobierno, es decir, ministerios y secretarías.

Todos ellos serán responsables por áreas bien conocidas de los militares, como infraestructura y defensa, e incluso por la articulación política y gestión de los contratos de publicidad.

Entre los futuros miembros del gobierno que hicieron carrera en el ejército se encuentran Hamilton Mourao, vicepresidente; Augusto Heleno, titular de Seguridad Institucional; Fernando Azevedo e Silva, jefe de Defensa; Carlos Alberto dos Santos Cruz, secretario del Gobierno; Wagner Rosário, director de la Controladoría General de la Unión, y Tarcísio Freitas, quien será ministro de Infraestructura.

También están el almirante Bento Costa Lima, quien presidirá la cartera de Minas y Energía, y el teniente coronel Marcos Pontes, titular de Ciencia y Tecnología.

Durante la campaña electoral, el neofascista Bolsonaro, ex militar de 63 años, llegó a declarar que más de la mitad de los ministerios estarían ocupados por militares, aunque finalmente serán poco más de un tercio.

Todos ellos provienen de la reserva remunerada de las fuerzas armadas, tienen más de 60 años y gozan de experiencia en el comando de unidades militares de gran porte, ya sea en Brasil o en el exterior. Seis de ellos son paracaidistas e igual que Bolsonaro ya ocuparon cargos en la administración pública como civiles tras pasar a la reserva.

Bolsonaro venció en segunda ronda electoral celebrada el 28 de octubre, con 55 por ciento de los votos, al candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad. Llega al gobierno con una legitimidad conferida por una clara victoria en las urnas y con un paisaje político devastado por cuatro años de escándalos de corrupción, de crisis económica y de auge de la criminalidad.

El Partido Social Liberal, del mandatario, con 52 escaños de un total de 513, será la segunda bancada en la Cámara de Diputados.

Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de las cúpulas que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización a la portación de armas. También obtuvo el respaldo del mundo de los negocios y los empresarios, seducidos por sus promesas de recortes fiscales y privatizaciones.

Su gobierno deberá concretar la reforma del régimen de jubilaciones, con resistencias entre sus propios aliados y considerada esencial por su equipo económico.

Desde este domingo decenas de brasileños salieron a las calles para apoyar al gobierno entrante.