Opinión
Ver día anteriorDomingo 16 de diciembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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ace unos días acudimos al Centro Cultural Universitario (CCU), ese espacio fascinante en Ciudad Universitaria donde, entre la lava, se levantan magníficos edificios alrededor de un plaza con un espejo de agua. La rodean teatros, un cine, una librería, un restaurante, la Biblioteca Nacional y la impactante sala Nezahualcóyotl.

Acudimos al Museo de Arte Contemporáneo para ver Un arte sin tutela: Salón Independiente (SI) en México, 1968-1971. Esta compuesta por obras de artistas, entonces jóvenes contestatarios, que se agruparon en el SI.

La iniciativa, que duró tres años, abrió un nuevo camino a las prácticas artísticas en México. De aquí surgió la posibilidad de formar organizaciones grupales que buscaban desarrollar proyectos junto con nuevas propuestas. Se fortalecieron las actitudes contra el orden establecido.

Se aprecian obras de muchos artistas que se conocieron como la generación de la ruptura, que se gestó unos años antes de la creación del SI: José Luis Cuevas, Arnaldo Coen, Lilia Carrillo, Fanny Rabel, Manuel Felguérez, Gilberto Aceves Navarro y Vicente Rojo, entre muchos otros.

De ahí pasamos a otras salas a disfrutar Diseño como segunda naturaleza, primera exposición en Latinoamérica sobre la obra de la notable arquitecta Zaha Hadid, quien fue la primera mujer en recibir el Premio Pritzker, considerado el Nobel de Arquitectura.

Maquetas, modelos, pinturas, fotografías, materiales audiovisuales y realidad virtual interactiva nos permiten apreciar su genial proceso creativo y la complejidad del diseño de su práctica.

La extraordinaria arquitecta y diseñadora que nació en Irak en 1950 falleció repentinamente de un infarto en 2016. Su obra pasará a la historia por su visión innovadora y originalidad, que fueron revolucionarias en la arquitectura mundial.

La utilización magistral de la linea curva ha sido inspiración de muchos grandes arquitectos en todo el orbe. En México realizó obras en las ciudades de León y Monterrey, que definitivamente pienso visitar. Se muestra el proyecto que realizó para el aeropuerto de Texcoco con el arquitecto mexicano Francisco Serrano.

Los creadores de la exposición tuvieron la venturosa idea de incluir el KnitCandela, que muestra una instalación en homenaje al arquitecto Felix Candela, quien llegó a México con el exilio español y realizó innovadoras obras con sus cascarones curvos.

Después de visitar la tienda, que ofrece objetos de diseñadores que van de una pluma, aretes y tazas, a ropa muy original, bajamos a comer a Nube Siete. El restaurante se encuentra en la planta baja del museo a la que se accede por una larga escalera.

Es un espacio estilo minimalista, con un piso de cristal que permite apreciar las formas caprichosas de la piedra volcánica. La lava negra rodea el museo y se aprecia junto con la rica vegetación a través de los ventanales y una terraza.

Hay desayunos y comidas con recetas que van cambiando; degustamos costra de cochinita, la crema poblana y el chile relleno de bistec envuelto en hojaldre. De postre: las crepas rellenas de crema de vainilla. Hay vinos a muy buen precio.

El disfrute en el CCU no se agota aquí; caminamos unos pasos hasta el teatro Juan Ruiz de Alarcón, para sorprendernos con una estupenda obra musical, inspirada en el caso de Mamá Rosa. La anciana que tenía un albergue en Zamora, Michoacán, donde vivían decenas de niños y jóvenes que se encontraban en pésimas condiciones de salubridad y cuidado. La mujer había pretendido hacer la Gran Familia.

El hecho llevó a los hermanos Alberto y Claudio Lomnitz, –este último brillante colega de estás páginas– a crear una obra de teatro que reflexiona sobre la estructura de la familia convencional mexicana. La coloca frente a las nuevas familias formadas de una diversidad de relaciones que pueden incluir parejas del mismo sexo, abuelos y nietos, amigos, hermanos y muchas más. Una obra muy importante que confiamos vuelva a ponerse en escena muy pronto.